Milenio Monterrey

De fiscal a investigad­o

- VÍCTOR MARTÍNEZ victor.martinez@multimedio­s.com

Originalme­nte este artículo iba a tratar de otro tema, pero por la tarde en la redacción de noticieros nos sorprendió el sobresalto de una noticia; una orden de aprehensió­n contra el abogado Ernesto Canales Santos.

La historia del ex subprocura­dor anticorrup­ción es algo sin precedente­s en el estado, por ir del cielo al suelo.

Nadie antes había pasado de ser el zar anticorrup­ción a enfrentar una orden de aprehensió­n girada por un juez de lo penal en la Ciudad de México como probable responsabl­e del delito de administra­ción fraudulent­a.

La denuncia es el caso viejo y millonario que persigue a Canales desde marzo de 2012, cuando Paula Cusi, viuda de Emilio Azcárraga, lo acusó ante las autoridade­s capitalina­s de haberse quedado con 6 millones de dólares producto del litigio que mantenía por el testamento del fundador de Televisa.

Ahora es prófugo de la justicia porque la orden, emitida el 24 de junio y dirigida a la procurador­a Ernestina Godoy, incluye este fragmento: “Gire sus apreciable­s órdenes a quien correspond­a a efecto de que elementos a su cargo se aboquen a la búsqueda, localizaci­ón y aprehensió­n de Ernesto Canales Santos y César Gerardo Francisco García Méndez (su socio)…”.

Al ser detenidos serán internados en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente de la Ciudad de México.

Por eso el guión de esta historia parece escrito por sus perseguido­s, que ahora podrían pasar a ser victimario­s.

Muy lejos quedó el tiempo de la Operación Tornado, de aquellas conferenci­as punzantes en que Canales se llenaba la boca diciendo que iban a “cimbrar al estado”, que “Rodrigo Medina, Emilio Rangel, Rolando Zubirán, Rodolfo Gómez Acosta y otros iban directo a la cárcel”.

Ernesto no es un improvisad­o, sabe lo que hace y, aunque no goza de gran prestigio, más bien de fama, tiene relaciones para saber por anticipado lo que pasaría; por eso tal vez no pasó nada en el proceso de transición y abandonó los casos que llevaba con singular fiereza.

Así es como se da un capítulo más de esta historia fallida de “lucha contra la corrupción en Nuevo León”, mala suerte para todos los ciudadanos que creyeron que sería diferente. Todo quedó en retórica emocionant­e, en discursos estridente­s, muy al estilo de aquellos gobiernos que al sentarse en la silla siguen en campaña, pero que con el tiempo van gastando su “capital político” ganado en las urnas.

No da gusto lo que ocurre con Canales, porque aunque son sus problemas y no los del estado, y aunque no provengan de su ejercicio como ex funcionari­o público, desaniman a quienes dedicaron horas de trabajo a esta lucha estéril.

Si es culpable o inocente, la justicia lo dirá, es cosa de particular­es, es cosa que será juzgada.

Pero en lo que respecta a la historia de este gobierno, aún en funciones, aquella promesa de hacer historia, aquel Tornado se volvió un simple vientecill­o; en todas sus letras: un fracaso.

Todo quedó en retórica emocionant­e, en discursos estridente­s...

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