México, país de tránsito
México, como Turquía o Marruecos, es un caso ilustrativo de la migración en tránsito. Cada año miles de migrantes, en su mayoría no documentados, se internan desde la frontera sur con el propósito de llegar a Estados Unidos, al igual que lo hacen miles de mexicanos.
Este flujo migratorio que transita por México ha estado presente desde que existe la frontera con Estados Unidos y es originario de diversas naciones, tanto del continente americano como de regiones distantes en África, Asia y Europa del Este.
Se tienen registros donde se menciona que a finales del siglo XIX, migrantes chinos atravesaban
el país hasta llegar a la frontera norte, donde se hacían pasar por mexicanos para arribar a Estados Unidos.
A lo largo del siglo XX se sucedieron varias oleadas de migrantes en tránsito que cruzaron por México, originadas por crisis económicas mundiales o locales, conflictos bélicos, dictaduras o desastres meteorológicos. Las estadísticas de detenciones de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos muestran en varias cohortes de tiempo (1986, 1998, 1999 y 2000) que el número de migrantes detenidos en la frontera con México fue mayor a 1.5 millones de personas.
La crisis mundial de 2008 alentó el discurso incriminatorio que culpa a los migrantes del desempleo o la violencia en los países de destino, hecho que se populariza en algunos sectores de la población, al encontrar así un grupo poblacional responsable de todos los males.
En la actualidad, la migración en tránsito por México se ha magnificado como hace tiempo no sucedía. La presión económica de los Estados Unidos obligó al Estado mexicano a tomar medidas drásticas y ejercer un papel activo en el fenómeno migratorio, aplicando medidas de contención que en ocasiones vulneran el derecho internacional.
Se acabó la época de la inacción. La crisis de los migrantes en tránsito es una oportunidad para que el Estado mexicano legisle y gestione los flujos migratorios, respetando los derechos humanos.