Guillermo del Toro. Monstruos del cine para llevar a casa Reseña
Una de las exposiciones más importantes del último año en México no viene del Museo de Louvre o de la Tate Modern de Londres, ni del Museo de Arte Moderno de Nueva York, sino de la imaginación de Guillermo del Toro, uno de loscineastasmásexitososenelámbito de la lengua hispana e incluso mundial, con un prestigio muy bienganadoapartirdeunaseriede personajes fantásticos que lo han acompañado a lo largo de su vida.
En casa con mis monstruos es el título de la muestra que alberga el Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara, concebido como un acercamiento al universo del director de películas como El laberinto del fauno o La forma del agua —con la que incluso obtuvo el Oscar a mejor película—, en especial a lo que podría considerarsecomoelorigendeesa imaginación desaforada que lo define como artista.
Para quienes no han tenido la oportunidad de viajar a la capital tapatía, Editorial Turner de México y la Universidad de Guadalajara coeditaron un libro homónimoquepermiteingresaraunacasa enlaquenosolotrabajademanera cotidiana Guillermo del Toro, sino que la habita, la vive, porque se tratadeimágenes,esculturas,cómics, objetos y, en especial, múltiples rarezas que pueblan su imaginario.
“No es que aspiremos a ser como ellos, puesto que representan sufrimiento; en su condición de parias se sienten constantemente marginados y en esa condición me identifiqué con ellos desde que era niño”, se lee en el libro.
Guiados por Eugenio Caballero, encargado de la curaduría, la obrahaceunrecorridoporlassalas que conforman la muestra, pero se adereza con algunos comentarios del cineasta, como para entender esapasiónquesienteporlosmonstruos como elementos creativos.
ConundiseñodeAlejandroMagallanes, nos permite tener en casa muchas de esas imágenes exhibidas en el Musa y conocer algunas delascertezasdeGuillermodelToro, como una frase que se recupera enelvolumenyquepodríadefinirlo de cuerpo entero:
“Los monstruos hace muchos años, cuando crecía como niño católico en Guadalajara, me perdonaron todos mis pecados y me permitieron ser imperfecto”.