Crujen en Palacio pugnas del poder
En medio de los crecientes ensayos por descarrilar la 4T sobresalen episodios que dejan efectos desestabilizadores. Lo prueba la huella del motín de la Policía Federal justo en el día preciso cuando entraba en acción la Guardia Nacional
Apenasenmayosedecíaenesta columna que desde una perspectiva razonable cabría pensar que transcurridos más de cuatro meses en el poder, la oposición al presidente López Obrador, dispersa de por sí, habría de disminuir aún más, habida cuenta que aún con errores y contradicciones, hay un gobierno respaldado por millones de electores que trata de implantar la 4T a contracorriente de impresentables grupos neoliberales y de interés que se resisten al cambio de régimen. Incluso hay personeros del ancien régime como los ex presidentes Fox y Calderón que abiertamente piden la cabeza de AMLO.
Dos meses después puede afirmarse que los embates de tales poderes fácticos de corte empresarial, no solo no han disminuido su rijosidad, sino que han aumentado las presiones sobre el crujiente régimen de AMLO al grado que ya se habla de la posibilidad de un golpe “suave” (cualquier cosa que esto signifique) de Estado contra López Obrador (quien, cabe hacer notar, de manera suicida camina a despojarse a sí mismo del fuero constitucional que por razones históricas ha protegido a los presidentes mexicanos justo de las asonadas o golpes de mano con el pretexto de una denuncia política).
En medio de los crecientes ensayos por descarrilar la 4T sobresalen episodios que aun y cuando fenezcan rápidamente dejan efectos desestabilizadores. Lo prueba la huella del motín o insubordinación de la Policía Federal justo en el día preciso cuando entraba en acción la Guardia Nacional.
La asonada virtual dejó tras de sí un cúmulo de interrogantes cruciales. Entre otras: una vez insubordinadas partes importantes del contingente policiaco, ¿cómo se amalgamarán en adelante los diferentes tipos de formación y disciplina que visiblemente ostentan de forma dispar la Policía Federal y las fuerzas armadas que de manera conjunta harán el pie de la Guardia Nacional?
La discusión al respecto feneció tan rápido como surgió, pese a que en la erupción del descontento policiaco habrían surgido también protestas por innumerables tópicos de índole laboral que se producirían en perjuicio de los federales en caso de llevarse a cabo los planes para su reubicación y adscripción. Surgieron delicados temas de relocalización familiar, de alojamiento y alimentación, así como de la incompatibilidad de tabuladores salariales entre otros.
Así, entre objeciones dignas de tomar en cuenta y el azoro en la calle ante elementos policiacos insubordinados, se dio a conocer lo que a la postre llegaría como un salvavidas a la imprevisión patente del gobierno federal: la versión difundida al aire por algunos miembros de la Policía Federal en el sentido de que el ex presidente Felipe Calderón estaba detrás del movimiento como uno de los políticos que podía mover los hilos de la protesta.
Como suele suceder en estas lides de la 4T, hay una vertiginosa sucesión de eventos en donde no bien medianamente baja de intensidad uno, que inmediatamente aparece otro que le rivaliza en importancia o escándalo. Es así que todavía en el contexto de los actuales intentos desestabilizadores se dio la primera renuncia importante del gabinete por parte de Carlos Urzúa, hoy ex secretario de Hacienda. El suceso detonó en la opinión pública varias cargas explosivas calculadas para estallar a profundidad a diferentes momentos. Desde la rispidez poco diplomática e interesada con que fue redactada, hasta el explosivo contenido que dejó mal parado (y enojado) a López Obrador, la renuncia abundó en dura crítica al régimen y a su líder como un gobierno de improvisados, seguido de un largo catálogo de señalamientos donde lo menos que se denuncia es que al interior del lópezobradorismo hay “conflictos de interés” en el grupo compacto de AMLO.
En una entrevista posterior que concedió al semanario Proceso, Urzúa remachó sus discrepancias diciendo abiertamente que “el conflicto de interés se llama Alfonso Romo”. El jefe de la Oficina de la Presidencia y chilango mal adoptado por la élite norteña debido a su matrimonio (antinatura para los cánones de la ortodoxia regiomontana) con la nieta del legendario protoempresario Eugenio Garza Sada. Romo, abunda Urzúa, es un derechista, admirador de Pinochet y del pederasta Marcial Maciel por lo que mantiene estrechas ligas con el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. Impuso, según Urzúa, a Margarita Ríos-Farjat como jefa del SAT, para lo cual hubo que ajustar la ley a su medida, de manera que los altos requisitos para ocupar el cargo ya no lo fueran tanto y pudieran ser compatibles con su modesta experiencia en el sector público. De paso Urzúa a su salida de la SHCP deja sembrada la idea de que Romo impulsa a Ríos-Farjat a la gubernatura de Nuevo León como primera gobernadora de la entidad.
De Romo mismo, Urzúa cree que “su fin último es renacer después de haber estado en la lista de Forbes, está buscando lo que alguna vez fue”. ¿Será ése también el fin de la 4T? ¿Producir sus propios magnates?