¿Cuestión de género?
Creo y defiendo, incondicional e irrestrictamente, la paridad de sexos y su pluralidad de manifestaciones y preferencias; no obstante, soy también de los que celebran las afortunadas diferencias y, por tanto, su complementariedad
El tema que abordo en estas líneas me apasiona, quizás por haberlo tratado tantas veces sin aún haber llegado a obtener una conclusión clara y satisfactoria (por lo menos para mí). Creo y defiendo, incondicional e irrestrictamente, la paridad de sexos y su pluralidad de manifestaciones y preferencias; no obstante, soy también de los que celebran las afortunadas diferencias entre mujeres y hombres y, por tanto, su ineludible complementariedad. Igualmente estoy convencido que la mayoría de las sociedades, y en especial la occidental, han hecho todo lo posible por ocultar, negar, cancelar o reprimir el binomio paridad-diferencia, para terminar por imponer una ficticia superioridad del hombre. Una de las manifestaciones más evidentes de esta concepción es, por una parte, la tardía incorporación de la mujer a la producción cultural (como actividad legítima) y por otro el igualmente tardío reconocimiento a sus logros en estos campos. De ahí que este tema que me obsesiona sea, primero, establecer con la suficiente fuerza teórica la existencia de productos simbólicos propios de las mujeres y diferentes a los de los hombres y, segundo, encontrar en la práctica, en los objetos, las claves, las constantes, que permitan llevar a cabo tal identificación.
Sin embargo, hasta ahora la cruda realidad me ha negado cualquier posibilidad de hacerlo, es decir, hasta el momento no hay nada que me permita seguir sosteniendo mi hipótesis. Esta situación, pensando por ejemplo en la fotografía, nos pone ante tres posibilidades. 1. La fotografía es, efectivamente, un registro despersonalizado, objetivo y mecánico de lo que esté frente a la lente, por lo que poco
importa si el que la acciona es de uno u otro género. 2. La práctica de la fotografía ha creado un modelo junto con una sintaxis que solo permite un modo de expresión, el dominante, es decir, el masculino, por lo que hace invisible la participación de cualquier otro género. 3. Combinado con el punto anterior, el producto terminado, es decir la fotografía, carecería de claves o cualquier otro elemento que permitiera adjudicarlo a un productor mujer, hombre o de cualquier otra preferencia sexual.
Ahora bien, a pesar de que lo anterior es algo así como el estado actual del tema, de vez en vez me encuentro con este otro tipo de hechos que me llevan a volver a revisar todo lo pensado. Me refiero al premio anual que la casa Dior entrega al que un jurado convocado con tal fin considera ganador del premio al joven talento en fotografía. La convocatoria del concurso es a nivel mundial y se auxilian de instituciones dedicadas en exclusiva a tal fin, este año, la Escuela Nacional Superior de Fotografía, en Francia. El caso es que acaban de dar a conocer a los 10 finalistas de este año y, llama mi atención, que ocho de ellos son mujeres (dos mexicanas entre ellos, por cierto).
El que la mayoría sean mujeres no es nada extraordinario dada la actual división de la población mundial en cuanto a género. Que lo sean en un concurso de fotografía tampoco es de llamar la atención, puesto que fue muy pronto que se incorporaron al medio, como productoras, un buen número de mujeres, mismo que no ha dejado de crecer. Lo que es de destacarse es que se dé en este campo, el de la fotografía de moda, que en el pasado inmediato estaba reservado casi en exclusiva a fotógrafos masculinos. ¿Querrán decir resultados como este que está por terminar tal hegemonía? Y si existiera esta tendencia en el mundo de la moda, preferir fotógrafas, ¿significará que ellas, además de una aproximación particular e individual a su tema, expresan otra visión, una más adecuada para las usuarias finales de los diseños de ropa?
Aunque todo podría ser mucho más sencillo y resultados como este significan no más que el mundo sigue cambiando y que ahora, como nunca antes en el pasado, estamos más dispuestos, más abiertos a conocer, a escuchar, al menos lo que la mayor parte de la humanidad tiene que decir.
De 10 finalistas del premio Dior en fotografía, 8 son mujeres; destaca que sea en el campo de la moda, reservado casi siempre, a hombres