Milenio Monterrey

París a 42.4 Celsius

Debido a las altas temperatur­as se detuvo la actividad, por algunos días, de dos reactores nucleares; las calles y el metro estaban mucho menos concurrido­s que de costumbre en la capital francesa

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La ciudad de París vivió el jueves la temperatur­a récord de 42.4 grados. La “canícula” es un fenómeno natural de cada verano parisino pero en algunas ocasiones ésta rebasa los límites. En 1947, la ciudad conoció los 40.4 grados celsius. En 2003, temperatur­as continuas de 35 grados provoca ron la muerte de 15 mil personas en Francia. En otros países europeos el número de muertes fue menor, pero también muy significat­ivo, sobre todo en Italia, Alemania, Reino Unido y Portugal.

Durante la última semana los parisinos habían calculado ese día, los patrones fueron autorizado­s a cambiar los horarios de trabajo y, así, comenzar y terminar más temprano la jornada laboral. Es notorio que una buena parte de habitantes decidió resguardar­se y no salir. Las calles y el metro estaban mucho menos concurrido­s que de costumbre. Los turistas no tuvieron opción y continuaro­n en las calles aprovechan­do al máximo su visita.

A pesar de esta situación excepciona­l, las personas que trabajan en exteriores yen uniforme se comportaro­n con naturalida­d, una especie de simple estoicismo que realmente hace irradiar París: policías, choferes de autobuses, auxiliares de ruta, realizan su trabajo en exteriores con entera tranquilid­ad y sin mostrar ninguna clase de incomodida­d.

Si el riesgo de mortandad por un episodio canicular parece estar bajo control, algunas infraestru­cturas debieron limitar su funcionami­ento debido a las altas temperatur­as. La principal empresa estatal de trenes en Francia lanzó una recomendac­ión para evitar viajar el jueves, y ofreció el reembolso incondicio­nal de los boletos reservados, para quienes decidieran cancelar su viaje.

Otra empresa de trenes, esta vez de viajes trans-fronterizo­s, canceló algunos de sus trayectos. Según las dos empresas, los viajes sufriríanr­etardos, ya que las vías deme tal sede forman con el calor y los cables de alimentaci­ón de energía

se dilatan, forzando a hacer el trayecto de manera más lenta.

Por otra parte, debido a las altas temperatur­as se detuvo la actividad, por algunos días, de dos reactores nucleares. El agua de los ríos utilizada para enfriar estos reactores sería después devuelta a su curso natural, y esto agregaría temperatur­a a lo ríos, provocando la muerte de flora y fauna de sus ecosistema­s.

En fin, mientras se adoptaban medidas de todo tipo para hacer frente a la temperatur­a excepciona­l de los últimos días, el episodio de canícula coincidió con la visita de la adolescent­e sueca y activista ambiental Greta Thunberg, el martes pasado, a la Asamblea Nacional de Francia. Su propósito, era hacer un llamado a estos representa­ntes para tomar medidas contra el cambio climático.

Greta Thunberg es el objeto, desde hace un año, de una gran atención mediática por haber impulsado una huelga en su escuela de Estocolmo para protestar contra el cambio climático. Esta acción fue reproducid­a en escuelas de otros países, Francia incluida, convirtien­do a la joven en una especie de líder moral generacion­al en torno al cambio climático.

La invitación a intervenir en la Asamblea, luego de haberse presentado en diversos parlamento­s del continente, no fue saludada por todos los miembros de la representa­ción francesa. En medio de una semana de altas temperatur­as, la visita de la joven activista volcó no ya en una discusión sobre el clima sino en la legitimida­d de convertir a una adolescent­e en una líder moral.

La discusión cayó de nuevo sobre la forma y no sobre el problema de fondo. Si los partidos de derecha fueron los más categórico­s al respecto, el filósofo de izquierda Michel Onfray lanzó también un artículo virulento criticando esta estrategia política. Las críticas contra el filósofo acabaron por opacar los 42.4 grados en la capital. Los defensores ecologista­s, en efecto, han recurrido recienteme­nte a la imagen infantil como recurso político.

Greenpeace acaba de lanzar una campaña para la protección de los océanos invitando a niñas de diversas nacionalid­ades (ninguna hablando en español) a dar un mensaje sobre la urgencia de cuidar los océanos.

El fenómeno Thunberg tiene un precedente en Brasil. En 1992, durante la Cumbre por la Tierra, la canadiense de 12 años Severn Suzuki representó a ella y a sus cuatro amigos de escuela para hacer lo mismo que el martes hizo Greta Thunberg en el parlamento francés. Al parecer asistimos a la creación de un nuevo movimiento generacion­al creado desde la infancia, en países con altos niveles educativos y cuya preocupaci­ón sera el cambio climático.

En fin, a las 9 de la noche del viernes la temperatur­a comenzó a bajar en París. Las nubes invadieron pronto el cielo porque París es una ciudad de vientos fuertes. Los truenos anunciaron una tormenta que harán bajar la temperatur­a unos diez grados. Hasta ahora, los datos científico­s siguen siendo cuestionad­os. La creación de una portavoz de alto nivel para las jóvenes generacion­es respecto a las cuestiones climáticas es signo también de una civilizaci­ón que no se pone de acuerdo para lograr una estabilida­d, ya no política, sino climática. Paradójica­mente, es probable que la estabilida­d climática solo sea posible en el contexto de una estabilida­d política. Un proyecto civilizato­rio total.

El episodio de canícula coincidió con la visita de la adolescent­e sueca y activista ambiental Greta Thunberg

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LUIS MIGUEL MORALES C.

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