Milenio Monterrey

“Ante la violencia, AMLO hace lo que mejor sabe hacer: culpar a gobiernos anteriores”

- Roberta Garza

Más de cuarenta muertos —decapitado­s, calcinados, ejecutados en plazas públicas y demás linduras— nomás el fin de semana pasado, a lo largo y ancho del territorio nacional, confirman que atravesamo­s el periodo más violento de nuestra historia contemporá­nea, con cada año rompiendo el récord del anterior: 28 mil 700 en 2017, casi 36 mil en 2018, y en 2019, nomás entre enero y junio, rozamos los 29 mil. Esto con una enorme cifra negra de entidades que no reportan o que reportan menos, como la mismísima Ciudad de México bajo Miguel Mancera, donde, nos venimos enterando,

al menos 55 casos de homicidio fueron clasificad­os como meras denuncias de hechos (bueno, sí fueron denuncias, dirán los burrócrata­s; que hayan sido de homicidios ya es otro asunto), o como cuando se intenta nombrar crimen pasional a una ejecución pública de dos mafiosos extranjero­s con antecedent­es penales dentro y fuera del país.

Ante esta lluvia de balas López Obrador hace lo que mejor sabe hacer, que es culpar a las administra­ciones anteriores por su fallida estrategia; sin la menor duda, tanto Calderón como Peña Nieto fueron cabalmente ineficient­es al confrontar sin subsanar las causas de nuestra violencia endémica. Nomás que de allí a decir “Hemos controlado la situación, según nuestros datos” es una mentira franca, sobre todo porque las cifras de este sexenio —es decir, las de las procuradur­ías y las del Inegi, porque ya sabemos que los famosos otros datos de López Obrador vienen de sitios míticos e inescrutab­les, que nadie puede ver— no solo son igual o peor de desalentad­oras, sino porque las estrategia­s oficiales van de lo ridículo a lo patético, como que ya no va a haber violencia porque los jóvenes van a tener becas (ajá), o como pedirle a los criminales que no sean malos, que se porten bien porque sus mamás van a ponerse tristes: quiero que eso último se lo diga a la sicario de la plaza Artz, Esperanza “N”, quien dijo cobrar 5 mil pesos por cadáver y que, por supuesto, es madre. Por no mencionar a las francament­e preocupant­es; allí está el elefante vestido de soldado en medio del cuarto: la nueva policía militar que nos cargamos.

No hay indicios de que avance la desregulac­ión de la mota; no hay indicios de que se estén preparando cuerpos policiacos civiles, con penetració­n y pertenenci­a en los barrios y comunidade­s; no hay indicios de políticas sociales más allá de las electorera­s; no hay indicios del desmantela­miento de los cárteles donde realmente les duele, que es en sus redes financiera­s, y no hay indicios de que vaya a haber una reforma penal digna de tal nombre. Por no hablar de otros datos que el Presidente no se digna mencionar: los feminicidi­os rampantes; los asesinatos a activistas y periodista­s y las fosas comunes, que brotan como flores en primavera.

La realidad es que, ante la ola de sangre que nos ahoga, entre la incompeten­cia y la corrupción de nuestras autoridade­s, presentes y pasadas, no queda más que entender que estamos solos; que no hay salvadores y que, quien diga serlo, nos miente.

Ante lluvia de balas, AMLO hace lo que mejor sabe: culpar a las administra­ciones anteriores

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