Milenio Monterrey

Ataque en Juárez deja un muerto y un herido

- AGUSTÍN MARTÍNEZ

Las víctimas estaban platicando en la vía pública. Un joven de 25 años de edad falleció, y otro de 19 resultó gravemente herido, al ser blanco de un ataque a balazos en el municipio de Juárez.

Las víctimas se hallaban en la vía pública platicando con otras personas, cuando de repente llegaron por lo menos dos desconocid­os en un automóvil, y uno de ellos les disparó a corta distancia.

El ataque fue reportado durante los primeros minutos del sábado en las calles Santos Galván Olvera y Los Encinos, en la colonia Villa de los Naranjos, hacia el surponient­e de Juárez.

Un informe policiaco detalló que el ahora occiso se llamaba Víctor Alfonso Corpus López, a quien apodaban El Poncho o El Dino.

De él no se precisó a qué se dedicaba o si tenía antecentes delictivos.

Mientras que el joven que quedó herido fue identifica­do como Ángel Alberto Díaz Sánchez, quien fue trasladado a un hospital de Monterrey, donde lo reportaron delicado.

Por otra parte, un día después de que sobrevivió y escapó herido del ataque a balazos en el que fue asesinado su compañ ero, en la colonia Puerta de Cadereyta, un ayudante de albañil fue hallado sin vida entre unos matorrales, a 40 metros del lugar del atentado, en Cadereyta.

En el 2008 y principios del 2009, su presencia en la calle de Morelos, en el centro de Monterrey, ya era parte del paisaje urbano, donde todo se movía, menos él...

Era una estatua viviente. Vestía ropa de vaquero: botas, sombrero, chamarra. Todo su cuerpo estaba bañado con pintura color plata que le daba la apariencia de ser una estatua real.

Los transeúnte­s querían ver si se movía. Otros le hacían gestos graciosos con la intención de que sonriera; él seguía inanimado.

Pronto se hizo famoso. Lo conocían como El Vaquero Galáctico. Se tomaban fotos con él y se ganaba la vida con las monedas que le daban.

Nadie sabía quién era, ni de dónde había salido. Simplement­e que era un joven que tenía un cierto parecido con el malogrado actor James Dean, muerto en un accidente automovilí­stico.

Sin embargo, el 19 de enero de 2009, de manera arbitraria, varios policías le quitaron lo inmóvil. Lo arrestaron como a un criminal dizque por no tener permiso para trabajar como estatua viviente.

El Vaquero Galáctico fue conducido hasta las celdas de la zona sur. Pagó la fianza, lo liberaron. Tramitó el permiso para realizar su performanc­e en la vía pública y se lo otorgaron el 21 de enero.

La gente lo volvió a ver en el centro de la ciudad; estaba de regreso. Pero el 25 de febrero de 2009 fue detenido por varios uniformado­s cuando salía de su domicilio en la colonia Deportivo Obispado.

Según los testigos, la detención fue realizada por los oficiales que tripulaban las unidades 534, 538 y 540 de la Policía de Seguridad Pública del Estado.

A partir de ese momento nada se volvió a saber de él. Sus amigos al notar su extraña ausencia se contactaro­n con sus familiares.

También se supo que junto con El Vaquero Galáctico, los oficiales habían secuestrad­o a dos de sus amigos: Gustavo Castañeda Fuentes, de 27 años, y el ex judicial Andrés Batres Sánchez, de 54.

Fue hasta el 3 de marzo de 2009 cuando su padre denunció a las autoridade­s la desaparici­ón

de su hijo Melchor Flores Hernández, de 26 años, oriundo del Estado de México.

El denunciant­e dijo que su hijo había llegado a esta ciudad el 20 de noviembre de 2008 con la intención de trabajar como artista, que incluso ya tenía tratos con una televisora local.

Y que a la par de sus ensayos como actor se ganaba la vida como estatua viviente con el nombre de El Vaquero Galáctico.

Don Melchor pidió a las autoridade­s que lo buscaran, que su hijo era artista, no delincuent­e. Les dio los números de las patrullas donde se habían llevado a su hijo.

A partir de ese día comenzó su peregrinar para don Melchor. Lo buscó en otras ciudades. Pero nadie resolvía nada. Solo los periódicos publicaban sus quejas.

Cuando le tomaron las muestras de su sangre, don Melchor lloró, pues eso significab­a que la Policía lo daba por muerto, y que ya no lo buscarían más.

Pero don Melchor no se dio por vencido y con la ayuda de familiares y amigos viajó a diferentes lugares. Se unió a grupos de personas desapareci­das. Junto con ellos escarbaron en montes, baldíos y lugares inhóspitos.

Vio llorar a algunos padres cuando le confirmaba­n que en fosas clandestin­as habían hallado los restos de sus hijos.

Don Melchor no quería aceptar que su hijo estuviera muerto, anhelaba encontrarl­o vivo, por eso también acudió a reclusorio­s, hospitales, centros de rehabilita­ción, pero su hijo no apareció.

Don Melchor y su familia siguieron llorando la desaparici­ón de su hijo. Nadie sabía de él. La Policía insensible solo decía: “Estamos trabajando” y quizá no mentían.

Porque en julio del 2011, el ex uniformado Dante Damián Ramírez fue presentado en la Agencia Estatal de Investigac­iones, donde confesó participar en el secuestro y desaparici­ón de El Vaquero Galáctico y dos personas más.

Relató que el 25 de febrero de 2009, por orden de su jefe Sergio de Jesús Cerero Morales detuvo a Melchor Flores, El Vaquero Galáctico, a Gustavo Castañeda y Andrés Batres, tras la detención se los entregó a su superior y se los llevó en su patrulla número 540.

Dante Damián Ramírez delató a su ex compañero apodado La Chavela y éste al ser detenido también aceptó la participac­ión en el secuestro, y a su vez acusó a otro cómplice apodado El Sapo.

Ante las declaracio­nes de los detenidos se confirmó que varios elementos de la Policía estatal (Fuerza Civil aún no existía) entregaron a las tres víctimas a un grupo criminal que tenía su guarida en un taller mecánico ubicado en la colonia Moderna.

Ahí, El Vaquero Galáctico y sus dos amigos fueron torturados. Después los desapareci­eron por órdenes de un sujeto apodado El Tono, quien en ese tiempo era el líder de un grupo criminal.

Dante Damián Ramírez fue sentenciad­o a 30 años por secuestro; para los otros dos cómplices, como no se les pudo comprobar el crimen, su sentencia fue menor.

Ya han trascurrid­o 10 años de la desaparici­ón de aquel joven que llegó a Monterrey con la intención de convertirs­e en artista. Solo pudo ser una estatua viviente.

La autoridade­s dicen que continúan investigan­do... muchos lo dudan, pero don Melchor no desiste y sigue buscando a su hijo.

Cada 24 de diciembre a las 12 de la noche, todos los familiares de El Vaquero Galáctico se toman de la mano, hacen un círculo y gritan: “Te queremos, Melchor”.

El angustiado padre sigue buscando a su amado hijo. La estatua viviente desapareci­ó para siempre pero la gente aún lo recuerda cuando pasa por la peatonal de Morelos.

La desaparici­ón de Melchor Flores Hernández sigue siendo un enigma y su familia espera que un día regrese a casa de ese largo viaje... por la galaxia que imaginó cuando construyó su personaje.

A partir del 25 de febrero de 2009 nada se volvió a saber de él; sus amigos notaron su ausencia

Él desapareci­ó, pero la gente aún lo recuerda cuando pasa por la peatonal de Morelos

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