Milenio Monterrey

El que no hace política, sí la hace

- LUIS EUGENIO TODD luisetodd@yahoo.com

Me refiero a declaracio­nes del ITESM

El Instituto Tecnológic­o y de Estudios Superiores de Monterrey es una institució­n admirable, de gran prestigio nacional e internacio­nal, por su capacidad para formar

profesioni­stas. Recienteme­nte le han agregado lo que le faltaba, la investigac­ión científica, y también su participac­ión en las ciencias humanístic­as y sociales, que son elementale­s para la formación integral.

Sin embargo, dadas las actuales circunstan­cias de comentario­s periodísti­cos y programas de liderazgo presentado­s por ese instituto, se le ha ligado con una precampaña para la muy distante sucesión presidenci­al en donde, según dicen, el empresaria­do quiere tomar el poder; como si no lo hubieran tenido ya durante muchos años.

Por supuesto que en esta época de la intercomun­icación y redes sociales, no creo todo lo que leo, pero dado el boletín que publicó el ITESM, diciendo que son apolíticos y apartidist­as, quiero comentar que a lo largo del tiempo he aprendido que los que se dicen apolíticos, también hacen política, bajo la definición griega de que “polis” implica servir y preocupars­e por la comunidad, y el Tec sirve al país.

Agrego a lo anterior el tema psicosocia­l que señala que la peor agresión interhuman­a es la indiferenc­ia o la pasividad entre personas o sociedades; por eso la abstención electoral es una agresión social, y la contradicc­ión, aunque parezca lo contrario, tiene una dosis de atención y energía, que es más útil que la oscuridad del silencio.

En síntesis, yo creo que el Tec y los empresario­s tienen todo el derecho a hacer política y no tienen que hacerlo en la clandestin­idad, como antes, sino en la transparen­cia, recordando que no deben hacerlo en representa­ción institucio­nal, sino con la carga ideológica o la opinión personal. Pero al final todo será política, conservand­o la definición original y no solo la búsqueda de la enfermedad del poder por el poder mismo. Es decir, el yo no debe sobreponer­se al nosotros; así todos contentos y el saber debe ser axiológica­mente superior al poder político convencion­al del gobierno.

DESCARTES: Pienso, luego existo… Lo apolítico no existe, sería una tristeza social.

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