El choque de Hong Kong
Ya van 11 semanas de protestas masivas y brotes de violencia en Hong Kong. Los jóvenes, que exigen que se respeten los acuerdos históricos de autonomía y democracia establecidos desde que Gran Bretaña devolvió el territorio a China, no parecen tener planes de detener su movimiento. China, por su parte, ha contenido parcialmente algunas manifestaciones, pero ante los cierres del aeropuerto y la escalada en la atención mediática internacional, el gobierno de Pekín está barajando otras opciones para resolver el problema. La llamada Ley Básica de Hong Kong (que hace las veces de una constitución) impide que China envíe al ejército, excepto bajo petición del gobierno de la isla, pero hay
otros recursos sobre la mesa como el enfoque a ciertos líderes del movimiento o la presión económica.
Pero independientemente de la estrategia que lleve a cabo el gobierno de China, los sentimientos democráticos de los hongkoneses seguirán ahí, por lo que tarde o temprano se tendrán que alcanzar nuevos acuerdos en los que cedan las dos partes, manteniendo hasta donde se pueda la percepción en China de que su gobierno no se doblega ante la opinión pública, y en Hong Kong se tenga la convicción de que se respetarán, al menos por ahora, las libertades y los derechos contenidos en la Ley Básica. Evidentemente la situación es muy compleja, pero China debe pensar que la “mano dura” podría salirse de su control, y por otra parte los jóvenes tendrían que ver la realidad del poder que tiene China y ser muy cuidadosos con sus acciones.
Apunte spiritualis. Era lógico que este choque se produciría tarde o temprano en un territorio con una fuerte identidad y sistema propios, dentro de un país (el resto de China) muy diferente, y que poco a poco ha ido absorbiendo la política hongkonesa. Muchos ven el asunto como un David contra Goliat, pero habrá que estar atentos a las reacciones internacionales, porque por lo pronto Estados Unidos está caminando con mucha mesura, y el mantenimiento o cambio en esa actitud será fundamental en las decisiones que tome Pekín.