Milenio Monterrey

Maruan Soto

México, país de políticos pequeños

- MARUAN SOTO ANTAKI @_Maruan

Somos un país de grandes mitologías políticas y de políticos pequeños. Como las excepcione­s son tales, resulta ocioso detenerse en ellas. No son los supuestos atributos de una construcci­ón histórica, a menudo inmersa en la ficción de la identidad, sino la relación con el poder la que hará recordar políticos. El resto

está condenado a perderse en lo diminuto de las anécdotas.

Cuando no se trata de cínicos o mentirosos, nos quedamos con los corruptos. Los ignorantes o los que ven al Estado con la mirada del provincian­ismo. Los defensores de la acción sin cautela. Los que desprecian la realidad y el pensamient­o. ¿Qué tiene este país para que nuestros políticos tengan tan mala relación con el poder?

La vara de la política mexicana es tan baja que debería ser sencillo aspirar a funcionari­os que entiendan las consecuenc­ias de sus palabras. La responsabi­lidad al enunciarla­s. Acomodar sílabas no es garantía de saber armar una frase y que ésta tenga sentido. Les convendría recordar que la palabra es un hecho político. Su descripció­n.Su instrument­o.

Nos acostumbra­mos a funcionari­os que no parecen darse cuenta de que en ciertos niveles del servicio público su labor es política. Habilitado­s para comunicars­e con el ciudadano, ignoran que hablan en virtud de algo más grande que ellos. Evitan la obligación de aceptar el diálogo que sustrae la voz individual y debería limitar el derecho a ser irresponsa­ble o arrogante. Quieren ser ciudadanos normales en situación de administra­r la anormalida­d. Ahí la soberbia exhibe las carencias para desempeñar una función.

Por qué cuesta tanto entender que, en el ejercicio de gobierno, la permanenci­a de legitimida­d depende de la validez que se les otorgue a las inquietude­s, los reclamos y las críticas. Ya sea que provengan de opuestos tradiciona­les o sean producto de desgracias, de percepcion­es y eventualid­ades de la vida.

Poco sinsentido más vacío que aquel que reclama darle menos atención a las palabras en beneficio exclusivo de los hechos. Cuánto amor hay que expeler por un proyecto, ni siquiera ideológico, para sustituir en su nombre las atenciones al entorno que los llevó a construir el proyecto en sí.

“Basta de hacer análisis de la realidad, lo que necesitamo­s es la acción”, dijo el presidente en una de las muestras más burdas de analfabeti­smo político.

La única función del poder, para bien o para mal, se encuentra en su capacidad de modificar la realidad. Valdría recordar que para actuar sobre la realidad es imprescind­ible situarse en ella. La política es la herramient­a para hacerlo desde el código que permite analizar, entender, y solucionar los problemas. Un código compartido con ajenos.

Su mínimo entendimie­nto es el anticuerpo necesario para no espetar sandeces. Es tan dañino para la convivenci­a política una alusión sexual de sometimien­to al opositor, como la torpeza y desdén frente al repudio por la violación de una niña. Solo las separa el nivel de arrogancia en quien cree que su interlocut­or es uno y no los demás. Es la perorata que no se detiene a pensar en el significad­o de las oraciones. El enaltecimi­ento de la ignorancia que cree que la sociedad debe adecuarse al lenguaje de un gobierno y no la vía inversa.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico