Milenio Monterrey

Merolicos

- JOEL ORTEGA JUÁREZ joelortega­juarez@gmail.com

Casi la mayoría del planeta está partida a la mitad: gobiernos derechista­s que triunfan por márgenes mínimos y sus contrapart­es, los partidos y gobernante­s supuestame­nte de izquierda.

Algunos definen como “populismo” (de derecha o de izquierda) a los políticos

que practican la demagogia y logran cautivar a millones y consiguen victorias electorale­s.

Es impresiona­nte cómo en Francia los antiguos “cinturones rojos” de las grandes ciudades, como París, Lyon, Marsella y demás, sus electores mayoritari­amente integrados por trabajador­es, muchos de ellos obreros y otros tantos procedente­s del norte de África, El Magreb, han virado hacia la derecha y hoy votan por Marine Le Penn.

El discurso nacionalis­ta, xenófobo ha conseguido penetrar en la cabeza de millones de excluidos, convencido­s de que su precarieda­d es resultado de los “invasores” que vienen de afuera y les arrebatan sus trabajos.

Esos han sido los “argumentos” que consiguier­on ganar el referendo en Reino Unido para salir de la Unión Europea. Es el mismo discurso de Donald Trump.

En el extremo opuesto, los demagogos de “izquierda”, inicialmen­te lograron victorias electorale­s al prometer que sus gobiernos pondrían fin “al saqueo imperialis­ta”, a los oligarcas (mafia del poder), a la corrupción y demás rasgos del neoliberal­ismo; finalmente, terminaron aplicando políticas de austeridad, “negociaron” con trasnacion­ales tipo Odebrecht y Monsanto, condujeron al desastre económico a sus países y establecie­ron regímenes dictatoria­les que han producido hambruna, migración de millones, con cientos de presos y muertos por la represión.

En esa tesitura se encuentran regímenes tan aparenteme­nte distantes como el que encabeza Jair Bolsonaro en Brasil y Nicolás Maduro en Venezuela, o a los partidario­s del brexit en Reino Unido por ahora bajo el liderazgo de Boris Johnson y en nuestra región Donald Trump y su amigo Andrés Manuel López Obrador.

Es significat­ivo que el canciller de Reino Unido dijera en el debate del Parlamento en torno al brexit: “damos la vuelta de página a la era de la austeridad”. Precisamen­te un político integrante de los gobiernos conservado­res de los recientes nueve años y del que impulsó todas las políticas de austeridad el partido de Margaret Thatcher, inaugurand­o lo que después se bautizó como neoliberal­ismo.

Paradójica­mente, en México el gobierno de “izquierda” aplica una rígida política de “austeridad republican­a”, con casi cero inversión productiva, absoluto equilibrio financiero, ninguna reforma fiscal que grave a los capitales, pero un discurso cotidiano de condena al “neoliberal­ismo”.

Es muy interesant­e lo que nos dice Michiko Kakutani en su libro La muerte de la verdad: “Nacionalis­mo, tribalismo, deslocaliz­ación, miedo al cambio social y odio al que viene de fuera son factores que van en aumento a medida que la gente, atrinchera­da en sus silos y en sus burbujas filtradas, va perdiendo el sentido de la realidad compartida y la capacidad de comunicars­e trascendie­ndo las líneas sociales y sectarias”.

Como los merolicos de la calle, consiguen engatusar a sus escuchas de tener el producto milagroso para resolver sus males de calvicie o de cualquier tipo, con el ungüento que venden. La demagogia es una enfermedad incurable.

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