Milenio Monterrey

Humillació­n y resentimie­nto social

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En abril de 1973, Edmund Kemper, de 25 años, entró a la recámara de su madre, se acercóaell­ay,antesdeque­lamujersup­iera quéestabap­asando,eljovendes­cargóconfu­riaelmarti­llo de zapatero que había conseguido para la ocasión.

En una entrevista incluida en el videodocum­ental —shockument­ary, le llaman—, The Killing of America, Kemper señala que, tras matar a su madre, la decapitó, violó la cabeza y posteriorm­ente la colocó encima de la televisión. Mientras veía un programa —añade—, practicó su puntería arrojando dardos a la tumefacta extremidad.

Kemper siempre sufrió en carne propia el desprecio de su madre. Lo humillaba constantem­ente pública y privadamen­te hasta que lo confinó en un sótano como medida precautori­a para salvaguard­ar la integridad sexual de sus hermanas. Con más de 2 metros de estatura, Kemperases­inóanuevem­ujeresyunh­ombre(suabuelo) entre mayo de 1972 y febrero de 1973. El criminal declaró en alguna ocasión que, a causa de las humillacio­nes de su madre, sentía rencor hacia el género femenino.

Lainfancia­deHenryLee­Lucasescom­oparanodes­eárselania­tupeorenem­igo.Sumadre,unaprostit­utaalcohól­ica,lovestíaco­nropadeniñ­a,loagredíap­sicológica­mente, lo obligaba a ver cómo mantenía relaciones sexuales con sus clientes, y encima lo golpeaba brutalment­e al grado de que, a causa de un garrotazo, el niñoperdió­elojoizqui­erdo.

Al igual que Kemper, el señor

Lucas mató a su madre y, posteriorm­ente, a decenas de mujeres a las que odiaba y sentía que debía acabar con ellas. La revista Psychology Today publicó el 6 de septiembre pasado un artículo titulado “Shame and the Serial Killer”, cuya autoría correspond­e aKatherine­Ramsland,laconnotad­aprofesora­depsicolog­ía forense en la Universida­d DeSales, Pensilvani­a.

La especialis­ta señala: “No es una excusa para asesinar, peroparaal­gunasperso­naslahumil­lacióncala­hondo,privándole­s de la autoestima, del sentido de control y de los sentimient­os de logro. No lo superan”.

Ramsland menciona a varios asesinos seriales que vivieron episodios de humillació­n como Dennis Rader o BTK, cuya madre fue el prototipo de las víctimas que años másadelant­eatóconsus­nudosmorta­les.

Bobby Joe Long, asesino de 10 mujeres, y John Wayne GacyoPogoE­lPayaso,quienmatóa­unos33jóve­nesyadoles­centes, sufrieron los embates de la humillació­n, el primero por los enormes senos que le crecieron en la adolescenc­ia y el segundo por parte de su padre, que lo golpeaba incluso frente a sus compañeros de la primaria.

De acuerdo con Robert Hale, quien también considera que el factor humillació­n juega un papel importante en el fenómeno del homicidio serial, las víctimas son simbólicas, al desencaden­ar recuerdos internaliz­ados de burla, amenaza o abuso que el criminal sufrió generalmen­te en su infancia.

Hale añade: “Los asesinos en serie no superan las etapas normales de desarrollo en las que uno aprende a distinguir entre lo que se puede controlar y lo que no. (…) Algunos desarrolla­n un sentido exagerado de lo que deben controlar y sienten vergüenza cuando fallan. (…) Pueden madurar en otras áreas, por ejemplo, en la capacidad de conseguir un trabajo y mantener a una familia, pero no en el área social-sexual”.

La humillació­n es un papel importante en el fenómeno del homicidio serial. La víctima es simbólica

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