Horacio Salazar
Quiero dar El Grito. ¡Ya bastaaaaaaa!
Aunos días de que se cumpla la fecha en que conmemoramos el levantamiento armado de Miguel Hidalgo y sus tropas, yo también siento el ansia de dar El Grito. Pero no por las mismas razones por las que chorro mil mexicanos irán el Zócalo este domingo para una versión 4T del besamanos. Tengo mis razones particulares, que sé también comparten conmigo muchos mexicanos.
Quiero dar El Grito porque en nombre de
una santurrona y falsa honestidad cancelaron la única obra de Primer Mundo que teníamos en construcción y, cerrando las orejas a las voces de los expertos y las propuestas alternas, nos catafixiarán ese proyecto por unos planes patito y unos aeropuertos que ni siquiera sabemos si se podrán construir.
Quiero dar El Grito porque en el proceso de vender ese remedo de aeropuerto aprovecharon para probar un mecanismo a modo, rascuache, en el que no hay árbitros más que el macuspano, pero que se defiende como un mecanismo de consulta a las bases, ajenas a todo lo que no sea el reparto de la riqueza.
Quiero dar El Grito porque en la tarea de limpiar una empresa podrida introdujeron gente ajena al tema, pero afín a los cariños del Tata, y luego tomaron una serie de decisiones que llevaron una empresa en crisis al borde de la insolvencia, en donde sigue (a pesar de los miles de millones que le inyectaron) porque en el campo energético solo la voluntad tabasqueña cuenta, mientras los demás mexicanos somos ciudadanos de segunda.
Quiero dar El Grito porque la difícil misión de combatir la inseguridad en la que estábamos de por sí metidos, la enfrentaron con todavía más gansadas que solo han logrado debilitar las pocas instituciones seguras que teníamos, y convirtieron todo el asunto en un circo al pedir ayuda a las progenitoras de los delincuentes y al negarse no solo a encarar el problema con valor, sino sacándole la vuelta la tema u ocultando la cobardía con gracejadas de primaria.
Quiero dar El Grito porque le han pegado al país en áreas donde duele: en la atención a la salud, casi condenando a muerte al Seguro Social en nombre de un bienestar que solo existe en su imaginación, bloqueando la gestión de medicamentos con la trácala de la anticorrupción, mientras los amigos del Peje se insertan, tábanos y ladillas, en todos los sectores de la vida económica. O en la ciencia, de cuyos practicantes se han mofado desde su ignorancia supina y a quienes han despojado de sus magros recursos.
Por estas y mil razones más quiero dar El Grito. ¡Ya bastaaaaaaaaaa!