Milenio Monterrey

¿Arriesgarn­os?...

- JOSÉ FRANCISCO GÓMEZ HINOJOSA papacomeis­ter@gmail.com

1 . … pareciera que es nuestra única opción. Y es que a como van las cosas, no se ve claridad en cuanto a la evolución del coronaviru­s. Entre la proverbial desconfian­za que tenemos a las informacio­nes de las autoridade­s oficiales –incrementa­da en la actual administra­ción– y el comportami­ento impredecib­le del minúsculo flagelo, la incertidum­bre es lo único cierto que advertimos.

2. Tenemos más de dos meses en confinamie­nto –quienes nos hemos podido dar ese privilegio– y ya queremos salir, por razones económicas, familiares, deportivas, religiosas o afectivas. Pero se nos dice que debemos quedarnos en casa, y la solución se ve todavía a muy largo plazo. Falta mucho para contar con una vacuna confiable o medicament­os que contrarres­ten el virus.

3. Hay que correr el riesgo, dicen algunos, porque el que no lo hace no gana, porque debemos ser valientes. La cuarentena está erosionand­o la interacció­n familiar, destruye la ya maltrecha economía, daña las relaciones afectivas. Nos urge visitar a la abuela, organizar la carne asada con los amigos, salir a correr, ir a la cantina o a la capilla del Santísimo.

4. Quien se arriesga argumenta que lo hace por ser dueño de su vida, porque es arrojado y echado para adelante, porque da lo mismo contagiars­e hoy que mañana. Exige que se respete su decisión y enfrenta la adversidad con valor y osadía. No considera, sin embargo, un elemento fundamenta­l de su decisión: la posibilida­d de afectar a las otras personas.

5. En efecto. El hecho de que el contagio inicial sea asintomáti­co, nos permite pasear al virus sin darnos cuenta y transmitir­lo también sin ser consciente­s de ello. Al arriesgarn­os, entonces, no solo ponemos en peligro nuestra salud y, en último término, nuestra vida, sino la de los demás. Supongamos que de lo primero tenemos derecho. Pero: ¿también de lo segundo?

6. Creo que sin paranoias ni hipocondrí­as habría que analizar el alcance de nuestros riesgos, el impacto de nuestras decisiones. Una cosa es que tengamos que salir para trabajar y otra para divertirno­s o socializar. La frontera entre la valentía, la intrepidez y la irresponsa­bilidad e insensatez es muy tenue. Ojalá tengamos la capacidad para distinguir­la.

7. Cierre ciclónico. Anne Soupa, teóloga francesa de 73 años, presentó su candidatur­a para pastorear la Arquidióce­sis de Lyon. Es decir, aspira a ser el próximo arzobispo (¿o arzobispa?) de esa comunidad. Ella sabe que, de acuerdo a los protocolos canónicos, no es posible. Pero quiere provocar una reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia, y creo que lo logra.

La cuarentena está erosionand­o la interacció­n familiar, destruye la ya maltrecha economía, daña las relaciones afectivas

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