¿Podemos prevenir los desastres climáticos?
Hay evidencias que muestran que el calentamiento global inducido por las actividades antropogénicas está aumentando la periodicidad e intensidad de éstos
Alo largo de la historia se han registrado numerosas catástrofes asociadas a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, pero en la actualidad, cada vez que nos enteramos de la ocurrencia de un desastre de este tipo, nos preguntamos si son consecuencias o no del cambio climático global y porqué se han vuelto más frecuentes.
Los eventos extremos se definen tradicionalmente como fenómenos inusuales (el diez por ciento más inusual) dentro del historial climático de una región de terminada, pero hay evidencias que muestran que el calentamiento global inducido por las actividades antropogénicas está aumentando la periodicidad e intensidad de estos eventos. Como ejemplos podemos citar algunos de los fenómenos que se han registrado en México entre octubre de 2020 y marzo de 2021.
Empecemos por las fuertes inundaciones que se iniciaron en el mes de octubre de 2020 y que afectaron a la región sureste de México, generando por lo menos 28 muertes y miles de damnificados en toda la zona. Las primeras grandes inundaciones se reportaron en los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo a principios de octubre, debido a la inusual ocurrencia de tres ciclones casi consecutivos, la tormenta tropical Gamma y los huracanes Delta y Zeta; pero las inundaciones más severas se registraron en el mes de noviembre, afectan do los estados de Tabasco, Chiap as y Vera cruz, debido ala interacción de la tormenta tropical Eta y del frente frío número 11, que provocaron lluvias torrenciales y el desbordamiento de diez ríos, entre ellos el río Usumacinta y el río Grijalva.
Como segundo ejemplo, en febrero de 2021, la décima tormenta invernal y el frente frío número 36 generaron una fuerte caída en las temperaturas de 20 estados mexicanos, afectando especialmente Sonora, Chihuahua,
Coahuila y Nuevo León, donde se registró caída de nieve y aguanieve en diversas ciudades. Estos eventos ocasionaron afectaciones a miles de hogares mexicanos yes t ad unid en s es, debido, principalmente, ala falta de agua por el congelamiento de las tuberías y los cortes en la energía eléctrica.
Por último podemos citar las recientes sequías que azotan el país y que propician el aumento de la ocurrencia de incendios forestales (que en la mayoría de los casos son iniciados por actividades humanas) en diversas partes de México. Según el último reporte de la Comisión Nacional Forestal, tan solo este año ya se han reportado más de mil incendios forestales en 26 estados del país, siendo 22 de ellos registrados el pasado sábado 13 de marzo. El episodio más reciente ocurre en estos momentos en las proximidades de la Sierra de Arteaga, entre los estados de Coahuila y Nuevo León, afectando más de 7 mil hectáreas de bosques y aproximadamente 400 personas de comunidades aledañas, que tuvieron que ser desalojadas y llevadas a refugios temporales. El incendio también ha activado una alerta ambiental por la caída de cenizas en la zona metropolitana de Monterrey yes considerado uno de los peores de los últimos años en el noreste del país. Según el Servicio Meteorológico Nacional, al día de hoy aproximadamente 80% del territorio nacional sufre algún grado de sequía, situación que no es tan rara si consideramos la época del año en que estamos, pero que se ha visto agravada entre 2020 y 2021 por la presencia del fenómeno meteorológico La Niña. Según pronóstico s recientes, se espera que esta situación permanezca inalterada por lo menos hasta el mes de abril.
Es necesario aclarar que estos eventos no representan por sí solos un riesgo, sino que pasan a serlo delante de sistemas sociales, económicos y naturales vulnerables a ellos. Las afectaciones generadas como resultado de la ocurrencia de estos fenómenos se agravan aún más en consecuencia de la dependencia energética del país( especialmente del gas naturalproveniente de E U ), de la pobreza que se observa en diversos sectores de la población mexicana y de la degradación ambiental que aqueja gran parte de la República, incluyendo algunas áreas naturales protegidas.
Tradicionalmente, en México las respuestas a estos eventos se han dado de manera tardía, atendiéndose la emergencia y no actuando en su prevención, no obstante, se deben elaborar propuestas que busquen fortalecer la capacidad de adaptación y preparación de la sociedad hacia su entorno, lo que implica el conocimiento del riesgo y un mejor uso de los recursos económicos. Necesitamos comprender que los riesgos son una construcción social y como tal pueden prevenirse o disminuirse a partir de un cambio de paradigma, en el cual salgamos del enfoque centrado en el desastre y pasemos a un enfoque centrado en la atención a sus principales causas.
En México las respuestas a estos eventos se han dado de manera tardía, atendiéndose la emergencia y no actuando en su prevención