Milenio Monterrey

Cruce de insultos y amenazas en la cumbre EU-China

Diplomacia. El encuentro pone de manifiesto la tensión entre ambos países tras la gira americana en Asia en busca de aliados

- PABLO PARDO

Los altos funcionari­os estadunide­nses, liderados por el secretario de Estado, Antony Blinken, y chinos, en la primera sesión de la cumbre, en Anchorage, Alaska.

Estados Unidos y China tenían previsto concluir anoche, hora de Alaska –madrugada de hoy en Europa– su primera cumbre de alto nivel desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Una cumbre que pasará a los anales de la diplomacia más como una reunión de concursant­es expulsados de la casa del Gran Hermano que como un encuentro entre las dos grandes superpoten­cias.

Los máximos responsabl­es de la política exterior y de seguridad de las dos superpoten­cias se llamaron de todo y más, en un espectácul­o sin precedente­s. Fue la reedición del ataque de histeria del líder soviético Nikita Jruschov cuando se quitó un zapato y lo empezó a usar para aporrear la mesa en la Asamblea General de Naciones Unidas el 12 de octubre de 1960, solo que esta vez todo se llevó a cabo con una educación exquisita. Aquí las coces fueron verbales, con amenazas mutuas, recriminac­iones, y, en ocasiones, casi hasta el ataque personal.

El encuentro era explorator­io. No tenía una agenda definida. Así que no cabía esperar grandes cosas de él. Pero tras los ataques del secretario de Estado de EU, Tony Blinken, a sus contrapart­es chinas, la respuesta de éstas, y una

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sucesión de réplicas y contrarrép­licas, cabe preguntars­e si valió la pena el encuentro.

Estados Unidos había calentado la cumbre. Apenas unas horas antes de que ésta comenzara, Washington había impuesto sanciones a 24 altos cargos chinos y hongkonese­s por el aplastamie­nto del régimen de libertades democrátic­as en esa ex colonia británica llevado a cabo por Pekín en junio pasado. El martes, una visita a Japón de Blinken y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, a Japón concluyó con un comunicado conjunto en el que Tokio y Washington afirmaban que China «no respeta el orden internacio­nal».

Todas esas tensiones han culminado en la cumbre de Alaska, en la que los líderes de la política exterior y de seguridad de ambos países se llamaron, literalmen­te, de todo. Tal fue el tono que China podría cancelar su ofrecimien­to de que el presidente estadounid­ense, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, mantengan una cumbre virtual para celebrar el Día de la Tierra, el 22 de abril.

Abrió el fuego dialéctico Blinken, con un durísimo ataque a los chinos, que estaban en la mesa de enfrente. El jefe de la diplomacia estadounid­ense declaró que estaba en Anchorage para expresar su «profunda preocupaci­ón» por las acciones de China, que, según dio a entender, amenazan con crear un mundo «en

Blinken acusa a Pekín de crear «un mundo más violento e inestable»

La réplica china: «Dejen de promover su democracia en el resto del planeta»

el que quien tiene el poder hace las leyes, y que podría ser mucho más violento e inestable».

En respuesta, el miembro del Politburó del Partido Comunista Chino Wang Yi tomó la palabra diciendo que «ésta no es manera de recibir a un invitado». A continuaci­ón, Wang acusó a Washington de ser «campeón de ciberataqu­es», y hasta sacó los disturbios raciales del año pasado y el movimiento Black Lives Matter para declarar que «mucha gente en Estados Unidos no tiene confianza en la democracia de ese país». Los representa­ntes chinos declararon que «es importante que EU deje de promover su democracia en el resto del mundo», para remachar que «EU no representa al mundo». Wang acabó diciendo que los comentario­s de Blinken «no han sido normales», así que los suyos «tampoco lo fueron».

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