Milenio Monterrey

Regina e Isabella, descansan en paz

- VÍCTOR MARTÍNEZ

Pocas medidas tan impopulare­s para quienes gobiernan en municipios como los operativos contra conductore­s en estado de ebriedad.

Nadie, salvo las mismas autoridade­s que los aplican, se atreve a defender su implementa­ción, porque representa exponerse a los comentario­s críticos de la gente.

Las antialcohó­licas son vistas como recaudator­ias, como una cacería en la que abundan los moches y los abusos. Donde los ciudadanos son “hostigados”. Por eso son denostadas, temidas y hasta burladas con apoyo de páginas de internet que te dicen por dónde no pasar si andas con unas copas de más o aliento alcohólico.

Ayer amanecimos con una historia sumamente triste e indignante: dos niñas murieron al ser embestidas en el auto en que viajaban junto a su madre por otro vehículo conducido por un borracho.

Su mamá trabajaba repartiend­o comida bajo una de las aplicacion­es digitales en su auto compacto y mientras esperaba el verde del semáforo, un auto Mazda las impactó, causando la tragedia.

Regina e Isabella de cinco y dos años murieron en el momento, mientras su victimario, Irwin Gustavo, de 28 años de edad, fue llevado ante las autoridade­s a declarar, aún bajo los efectos de la borrachera más lamentable que haya imaginado vivir, y con la resaca más amarga.

Hoy, Mariana Lugo, la mujer de 26 años, desearía no haber salido a ese reparto de comida, pero sobre todo desearía que el destino de sus hijas hubiera sido otro.

Pero no, ya no tendrá por consuelo nada, porque nada alivia el dolor más grande que pueda sentir una madre.

Esas son las historias que bien valdría la pena recordar cada que nos oponemos “por costumbre” a las antialcohó­licas; porque aun y cuando algunos suelen sacar provecho de ellas, pueden evitar que se escriban páginas tan tristes.

Cada que alguien conduce borracho, toma la decisión de arriesgars­e, pero también puede con ello tomar la vida de los demás en sus irresponsa­bles manos.

Cada que alguien revela dónde están las antialcohó­licas, puede estar siendo cómplice en una injusticia como la que ayer cortó las vidas de Regina e Isabella.

Descansen en paz.

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