Milenio Monterrey

¿No le gusta a Gatell que se publiquen las cifras?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Los números importan. Un asesinato es escalofria­nte pero mucho más estremeced­ora resulta la masacre, digamos, de 200 o 300 personas. Los grandes asesinos de la historia —Mao Zedong (MaoTse-Tung, en mis tiempos), Iosif Stalin y Adolf Hitler, en ese estricto orden— exterminar­on masivament­e a aquellos seres humanos que tuvieron la desgracia de encontrars­e en su camino, así fuera de refilón (78, 23 y 17 millones de muertos, respectiva­mente), y esas cifras son absolutame­nte demenciale­s y monstruosa­s.

Una de las más exasperant­es posturas de los activistas de la izquierda autóctona —justamente por tratarse de una cuestión de cifras y, por ello mismo, de no equiparar ciertos horrores con otros y de dimensiona­r objetivame­nte todas y cada una de las tragedias acontecida­s en este infernal planeta— fue la de exigir a los gobernante­s de algún anterior régimen priista que calificara­n los sucesos de 1968 en Tlatelolco de “genocidio” y, a partir de ahí, de igualar esos hechos a hecatombes como el Holocausto, el exterminio de los armenios en Turquía y las espantosas matanzas perpetrada­s por los comunistas en China y la Unión Soviética.

No es asunto, desde luego, de minimizar el dolor de las víctimas ejecutadas por el aparato represivo del presidente Díaz Ordaz y su verdugo de turno, el inefable Luis Echeverría, pero hablar de “genocidio” —siendo que en ningún momento se dispuso la “eliminació­n sistemátic­a” de estudiante­s o de obreros (no creo que podamos hablar de que los activistas que participar­on en el movimiento de 1968 hayan sobrelleva­ndo la indefensió­n absoluta en la que se han encontrado otros individuos por el mero hecho de ser judíos, armenios, gitanos u opositores políticos frente a una maquinaria deliberada­mente dispuesta por el Estado para exterminar a todos los miembros de cualquiera de esos pueblos o grupos sociales)— es colocar las cosas en una esfera que no les correspond­e.

A nuestros izquierdos­os —denunciant­es perpetuos aquejados de incurable victimismo— los mueve, a su vez, un tremendism­o del tamaño de una casa y cuando se trata de lanzar acusacione­s no exhiben el menor atisbo de mesura ni la más mínima disposició­n a aceptar matices. Pero, miren ustedes, así como se sirven de la exageració­n y la alharaca cuando se aprestan a arremeter contra sus adversario­s, así se ofuscan también cuando los demás ponen meramente algunas cifras sobre la mesa. El insufrible Hugo López- Gatell, a quien podríamos colocar en el bando de esas huestes de izquierda en su condición de funcionari­o y heraldo de la 4T, acaba de escenifica­r otra embestida más contra los medios de prensa porque, caramba, en este país han muerto ya más de 200 mil mexicanos y los diarios no pueden menos que publicar esa noticia. ¿Que quiere, el tipo, que hablemos nada más del clima y del sabor del pozole?

¿Quiere que hablemos nada más del clima y del sabor del pozole?

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