Gianni Infatino
El domingo por la tarde, cuando en Europa se vivían los primeros instantes del lunes, inició la insurrección. Doce de los clubes más importantes en el mundo, los que presumen de mayor caché, de una amplia cartera y de tener en sus filas a varios de los mejores jugadores del mundo, anunciaron la creación de un torneo llamado Superliga; una competición elitista que tenía como fondo una mayor recaudación de ingresos para estos clubes.
El comunicado en el que se informó de su creación generó una situación convulsa, los teléfonos empezaron a sonar en Europa a los más altos niveles directivos, daba lo mismo que fuera de madrugada. La UEFA ya se temía algo, pero no imaginaba que el anuncio se fuera a dar horas antes de que presentara su nuevo formato de la Champions League.
Freno al movimiento
Pasaron las horas y las reacciones, el mundo del futbol lo tomó a mal, de inmediato se le calificó como un torneo pretensioso y separatista, uno en el que solo los grandes trasatlánticos económicos tenían cabida, uno que desterraba los principios de competitividad del resto de clubes de Euro
El jefe máximo del futbol se mantuvo del lado de las organizaciones y puso contra las cuerdas a los rebeldes.
pa, a los que se le veía con desdén por no tener la misma cartera.
Inglaterra, España e Italia, dividían al mundo futbolístico. Pero la respuesta a los clubes fue de un rechazo total a sus planes, fueron cuestionados desde sus propios cimientos, pues los aficionados, los entrenadores y los propios jugadores de inmediato pusieron su rechazo sobre la mesa.
Las horas parecían correr a un ritmo vertiginoso y a veces a uno más lento. Manifestaciones de todo tipo; aparecieron los po
líticos como Emmanuel Macron (presidente de Francia) y Boris Johnson (primer ministro de Inglaterra), que no tardaron en condenar el nacimiento de la Superliga, luego se sumó Pedro Sánchez, presidente de España.
Y qué decir de la reacción de Aleksander Ceferin, el presidente de la UEFA no pestañeó, fue duro y directo, con la vena marcada, lanzó amenazas que estremecieron a jugadores y clubes. Desde FIFA recibió el apoyo de Giani Infantino, aunque no hay una
buena relación entre ambos, los dos directivos unieron su músculo contra la Superliga.
Capitulación
Mientras, Florentino ejercía de presidente y portavoz de la Superliga, se proclamaban salvadores del futbol. La guerra se libraba a campo abierto; sin embargo, con toda la artillería, las organizaciones hicieron retroceder a los insurrectos.
A los ingleses les entró el miedo, sobre todo cuando sus hin
chas salieron a las calles, para dejar claro que los empresarios no tienen el sentido romántico del aficionado. Las banderas blancas hondearon… los seis buques ingleses capitularon.
Luego recularon el Atlético de Madrid y el Inter de Milán. Mientras Juventus y Milán lo dejaban en el aire. Solo Barcelona y Real Madrid se mantienen, pero los culés con sus reservas. Florentino se dice decepcionado. La UEFA, las Federaciones, los aficionados, los jugadores y los gobiernos, sometieron a los rijosos.
Y este viernes, Ceferin reiteró la amenaza,silosequiposseaferrana ella, no jugarán la próxima Champions League, lo que ya implicaría pérdidas para todas las partes. Aunquehayalgunosqueseniegan, la Superliga agoniza.