“La desilusión, patología de la política moderna en todo el mundo”
La ilusión viene del engaño —del latín illusio, según su etimología—. Una burla —del verbo illudere— que puede proceder del otro que busca engañarnos y crear en nosotros falsas ilusiones; pero también puede surgir de nuestros propios sentidos, esos que nos hacen ver y oír algo que nunca existió. Nos engaña el otro, pero también nos engañamos nosotros mismos y eso nos hace sentir ilusionados. Hasta que llega el instante del desengaño y, lo cierto es que, si la semana pasada había muchos desilusionados en nuestro país, con los desengaños que hemos vivido, esta semana hay más aún.
Desilusionados los que vieron que la división de poderes se siguió debilitando; desilusionados los que ven el intento por someter a la Suprema Corte de Justicia con una inconstitucionalidad; desilusionados los que vieron en la decisión de vacunar primero a los maestros que al personal médico privado una intención cruel y electoral; desilusionados los que creyeron que este gobierno defendería las causas de la izquierda como el cambio climático y descubrieron que a nuestro Presidente no le interesa el tema, le da igual. Desilusionados: el grupo de votantes que más crece hoy en México.
Es verdad que la desilusión es una patología de la política moderna que se vive en todo el mundo y no solo en nuestro país; una buena cantidad de estudios hablan de los ciudadanos desilusionados de los partidos, de la política y de los políticos, y los clasifican según su nivel educacional o socioeconómico para tratar de diagnosticar en cuál de esos grupos la desilusión es mayor; en dónde el desengaño resulta más emotivo, ¿en los que creyeron o en los que no?, ¿en los que se informan?, ¿en los críticos?, ¿en los partidarios o en los contrarios?
En cualquier caso, la desilusión provoca una sensación de impotencia y apatía que acaba por desalentar la participación. Un círculo de desilusión que termina por comerle la cola a la democracia hasta que algún día se la tragará por completo. Frente a la desilusión y frente a la posibilidad de que los desilusionados no vayan a las urnas, los líderes recurren entonces al incremento de propaganda para intentar con ello engrandecer sus logros, ¿le suena?: obtener con el discurso lo que no obtienen con hechos, ¿muy fuerte?; además, dicen los teóricos de la desilusión política, los líderes ejercen con más fuerza el poder para lograr con ello reducir la incertidumbre. Trucos y prestidigitación que afectan la mirada, el oído y el corazón, y cuyo objetivo final es volvernos a ilusionar para que votemos por ellos, nada más.
Sin embargo, no lo han logrado. Los desilusionados hoy están llegando a la categoría de los “indecisos” que crece en las encuestas. No quieren votar por este gobierno que los desilusionó, pero no saben a quién darle el voto. Abstenerse o anular sería votar por este Gobierno. Solo hay dos opciones: o se vota por la Alianza o se vota por Morena; por frenar el poder de este gobierno o por darle más; por la contención o por la desilusión.
Cierro en pleno surrealismo, porque pareciera que no hay salida y en México el surrealismo siempre es una opción, citando a Luis Buñuel en su película de 1953, La ilusión viaja en tranvía: “Eso pasa por darle el papel de Dios a cualquiera”.
Abstenerse o anular sería votar por este gobierno; solo hay dos opciones: la alianza o Morena...