Milenio Monterrey

“Todo es político... si fuera por salud no abrirían las oficinas”

- ALEJANDRO ALMAZÁN

Entonces regresas a tu oficina después de medio año y tu primera sensación es muy contradict­oria. Por un lado, te entristece saber que de las más de cien personas que trabajaban en esa empresa de marketing, ahora apenas son veinte los empleados.

Te duele, también, que hayan cerrado las oficinas que tenían en la colonia Del Valle y en el barrio de La Florida, y que ahora debas moverte hasta Vallejo. Por el otro lado, volver al trabajo te pone contenta. “Porque aunque haya poco, me da ánimo para pensar en un futuro mejor”, le escribes al reportero por Facebook, que fue por donde te contactó.

Como la mayoría de la gente, tuviste que reinventar­te durante la pandemia. Porque producir eventos, rentar stands o crear campañas publicitar­ias, la columna vertebral de tu negocio, fueron de las actividade­s que se paralizaro­n por completo. “Uno de los aprendizaj­es de la pandemia ha sido no tener todos los huevos en la misma canasta ”, escribes .“Para sobrevivir, mi socio y yo lanzamos productos de higiene (tapabocas, guantes, gel, mascarilla­s)”.

Eres norteña y, en algún momento, pasó por tu mente regresar a Tijuana, en donde la familia te habría ayudado. Pero eres la directora comercial y, antes de la pandemia, te nombraron socia por tu estupendo desempeño. “Pensé que sería tirar a la basura todo el esfuerzo; además, tengo un compromiso con mi trabajo”.

Todo, pese a que te hayas gastado los ahorros y pese a que hayas sorteado varias crisis de ansiedad, ya sea por no frecuentar a tu familia, ya sea por enterarte de que alguien de la empresa se contagia o que atraviesa situacione­s complicada­s por el covid-19.

“Todo mundo hemos bajado nuestros costos porque no hay dinero. Yo espero que se reactive la economía porque ya no podemos cobrar tan barato”, le escribes al reportero, antes de que él se despida y camine sobre la calle de Génova, en la entraña de la Zona Rosa, para platicar con la señora Paty, una adulta mayor que vende jugos y fruta.

“Hoy me levanté a las 4 de la mañana con mucha fe, pensando en que vendería más por eso del regreso de la gente a las oficinas. Pero ya mero va a hacer hora de que nos quite la policía (10.30 am), y apenas he vendido tres jugos y dos cereales”, se queja la señora Paty, quien vive hasta San Juanico.

—¿Y qué hace con la comida que le sobra?

—Me la llevo y la paso a vender al mercado. La regalaría, como hacía antes, pero ahorita está fea la situación.

Situación que Mario, un vendedor de pan y café, uno que tiene su triciclo estacionad­o frente al puesto de la señora Paty, también pronosticó que mejoraría ahora que el gobierno de Ciudad de México ha permitido que regresen a trabajar en oficinas entre 200 mil y 500 mil personas.

“Se ha visto más gente, más movimiento, pero no traen dinero”, se queja vendedor

“Se ha visto más gente, más movimiento, pero la gente no trae dinero”, se queja.

—Poco a poco irá mejorando… —Más bien irá empeorando. Se lo digo porque el gobierno está dejando salir a la gente nomás porque se vienen las elecciones y quiere que uno se sienta seguro. Pero apenas votemos, se vendrá el desmadre del contagio.

Algo parecido piensa Gabriel, un agente de ventas que hoy se ha reencontra­do con algunos de sus compañeros de trabajo en las oficinas que su empresa de seguridad renta en Lomas Virreyes. “Todo es político porque, si fuera por salud, no deberían abrir las oficinas”, dice mientras se empuja el guisado que trajo de casa. Gabriel está comiendo en el Parque de la Luz, parque que él conoce como el Parque de los Godínez, ubicado en la segunda sección de Chapultepe­c. “Solíamos comer en la oficina, pero como la nueva regla es no quitarse el cubre bocas, nos venimos para acá”.

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