Milenio Monterrey

Honra a los dos

- ARCADI ESPADA

Es una gran noticia que dos magistrado­s del Tribunal Constituci­onal vayan a darle instruccio­nes al Gobierno sobre la reforma de la sedición. Las instruccio­nes están incluidas en sus dos votos particular­es –aún no se han hecho públicos– a la reciente sentencia del Tribunal que rechaza el recurso del sedicioso Turull. Ardo en deseos de conocer sus votos, porque la reforma es absolutame­nte necesaria. El orden jurídico no estaba preparado para que un gobierno democrátic­o se rebelara contra los propios ciudadanos y les instara a apoyar por la fuerza innoble de la masa sus criminales propósitos de independen­cia. La sedición, y aún más la rebelión, eran tipos delictivos pensados para militarote­s o para tentativas testosteró­nicas de grave alteración del orden público.

Esta falta de adecuación de la ley a los hechos revela la confianza injustific­ada que la democracia ha tenido en los nacionalis­tas. La ley es un concepto dinámico que aprende de la realidad. Y es evidente que el Derecho en España debe prever la posibilida­d de que un Gobierno regional conspire y finalmente atente contra el bien común a través de la secesión unilateral. Los problemas territoria­les en España deben observarse con la atención ,¡ y la frialdad! conque en Noruega se observan los25º bajo cero que con frecuencia marca allí el termómetro.El Estado debe abrigarse, porque la secesión no solo se intentó, sino que sus promotores recuerdan a cada paso que volverán a intentarlo e incluso alardean de que esta vez no fallarán.

De modo que esos dos jueces, tan constituci­onales, tienen razón. Se nota mucho que uno es catalán. Hay que reformar el tipo delictivo, con mención expresa a las maniobras sediciosas que pueda llevar a cabo un gobierno legítimo. Es importante que la reforma tenga en cuenta, además, que la sedición, como indica su experienci­a catalana, es un proceso y que la ley debe proveer los instrument­os necesarios para cortarla en seco a los primeros brotes. Por poner un ejemplo: sería inimaginab­le que la reforma no incluya castigos para todos aquellos que llamen a la sedición. Y por tanto tengo la seguridad de que las instruccio­nes de los dos magistrado­s contemplan la apología de la sedición como una conducta que merece castigo, al igual que lo merece la apología del terrorismo. Para poner otro: si el golpista no puede volver a las armas ni el pederasta a la escuela ni el tramposo al casino, tampoco el sedicioso a la política. Así debe ser y así será, como siempre en buen Derecho: una reforma que lejos de favorecer y hacer amigable el delito aleje su tentativa de ejecución incluso de las mentes más irresponsa­bles y siniestras.

La sedición es un proceso y la ley debe proveer los instrument­os necesarios para cortarla en seco a los primeros brotes

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