Dos hermanitos emprendedores
Cristofer y Hanna Martínez, de 13 y 12 años de edad, respectivamente, pidieron a su padre que les regalara lo necesario para iniciar un negocio de comidas.
La inteligencia, astucia y el gusto por el arte culinario que tienen los hermanos Cristofer Martínez, de 13 años, y Hanna Martínez, de 12, hicieron que para el Día del Niño pidieran a sus padres un festejo fuera de lo común.
La petición no fue ni un juguete, un pastel, ni mucho menos un videojuego, sino herramientas que les permitieran emprender su propio negocio, en el cual deleitan a los comensales con boneless, coliflor lampreada y alitas hechas con sus propias manitas.
Dicen que de la vista nace el amor y fue así como nació su pasión por la cocina. Eso sí, para poder hacerlo prometieron continuar aplicados en la escuela.
“Antes de empezar nuestro negocio, nosotros ya le ayudábamos a nuestra mamá a cocinar. La cocina nos gustó, y cuando te gusta algo puedes hacerlo sin pensarlo, y decidimos empezar a hacerlo. Si nos salía mal son errores de principiantes y si te caes, levántate con más ganas, y fue lo que hicimos”, explicó Cristofer Martínez.
“Mi papá vio que le estábamos echando ganas a lo de cocinar y pues a él nunca se le vino a la mente que íbamos a hacer un negocio y un día le dijimos: ‘Apá, pues nos llamó la atención esto y queríamos comentarte si podíamos hacer un negocio’. A mi papá le pareció, nos puso el negocio, porque sabía que le estábamos echando ganas”, concluyó Hanna.
Ambos saben que cuentan con el apoyo de sus padres y no tienen miedo de dar pasos tan gigantes, ya que están convencidos que si haces lo que amas, los obstáculos se superan.