Lo mínimo
Solo una mente enferma disfruta con la desgracia ajena. Nadie, absolutamente nadie, debería festinar la desgracia ocurrida en la Línea 12 del Metro, porque de ella solo se desprende desdicha.
En el trágico hecho se mezclaron lo terrible, el infortunio, lo deplorable y la infamia. Una desgracia en mayúsculas que dejó tras de sí todo tipo de víctimas: mortales, físicas, morales, emocionales, judiciales, económicas, políticas, culturales y ecológicas.
Apenas un loco se pavonearía de escupirle a la cara “unas cuantas verdades” a los cuartatransformacionistas: “Sigan contando sus muertos”, “¿Qué no la corrupción es cosa de neoliberales?”, “¿Ahora a quién le echarán la culpa?”.
La desgracia nos pinta de cuerpo entero, porque en ella se conjuntaron la ineptitud de un gobierno y la apatía del pueblo. Es el costo de haber tolerado y permitido tanto cinismo.
Por ello, como dice Marcelo Ebrard, además de compartir la indignación, resulta crucial que la jefa de gobierno ponga todas sus energías en esclarecer qué ocurrió, para inmediatamente después, “con pruebas, con elementos se pueda establecer qué responsabilidades hay, quiénes tienen responsabilidad y se actúe en consecuencia, no importa [contra] quién sea”.
Y en este sentido, si de responsables se trata, ¿de qué y ante quién es responsable Ebrard? En principio, es responsable por todos los efectos que vienen de la mano de una obra ridículamente fallida. La planeación del proyecto, el financiamiento, las licitaciones, los procesos de construcción, el manejo de los recursos, el impacto en el medio ambiente y la dinámica de la ciudad y un largo etcétera, son atribuibles a su gestión al frente del gobierno capitalino.
¿Ante quién es responsable? Ante la ley y las autoridades que la deben hacer valer. En el plano moral es responsable ante sí mismo y nosotros, la sociedad, que tenemos el derecho legítimo a exigir una gestión éticamente íntegra y, en este caso, justicia para todas las víctimas.
Y tras Ebrard deberían de venir otros y otras que tendrán que asumir y pagar la parte de culpa que les corresponde. Eso como mínimo.