Milenio Monterrey

Las mañaneras el día después

Es sano que el país esté puntualmen­te informado por su Presidente, y más si él está dispuesto a emprender esta tarea ....

- LIÉBANO SÁENZ @liebano

Cualquiera que sea el resultado de la elección, el día después obligará a todos a hacer un alto en el camino, particular­mente quienes han hecho de la contienda una guerra. Especialme­nte, el Presidente de la República deberá decidir si pretende proseguir en la ruta de la polarizaci­ón o si da curso a un esquema de entendimie­nto y concordia no solo con sus competidor­es, sino con quienes él ha descalific­ado política o moralmente.

De siempre he entendido el desenlace de la elección de 2018 como una situación anómala en términos de la pluralidad en el Congreso y gobiernos locales. Por lo mismo, entiendo que la realidad del país, no solo mi visión, es que habrá de regresar al Congreso y a los gobiernos locales la diversidad partidaria y política que había prevalecid­o desde 1997.

Un tema central es el de la comparecen­cia matutina del Presidente con los medios de comunicaci­ón. Es impensable que esta modalidad de comunicaci­ón sea cancelada. Sin embargo, estimo, por razones legales y también de pertinenci­a política, debe ser modificada para volverla más en un recurso de informació­n y no de arenga y opinión parcial e interesada. Es sano que el país esté puntualmen­te informado por su Presidente, y más si él está dispuesto a emprender esta tarea.

A mi entender, la comparecen­cia diaria es análoga a un medio de comunicaci­ón ordinario, pero oficial, en el que el protagonis­ta y director es el Presidente de la República. Por lo mismo, se le deben aplicar los principios de imparciali­dad, objetivida­d y de respeto a los derechos de particular­es y a la dignidad de las personas. El eje de la crítica al modelo de comunicaci­ón de Palacio no sería la libertad de expresión del Presidente, sino la obligación de informar y el derecho ciudadano a ser informado.

De lo que se trataría es mantener las virtudes de tal expediente y eliminar los aspectos que compromete­n la legalidad por la manera como se comporta el mandatario. Los derechos ciudadanos deben respetarse y, en su caso, hacerlos valer. La reconcilia­ción es tarea de todos. No debe importar que haya quien se excluya, por relevante que sea el actor. Después de la elección ya no hay contienda, lo que debe seguir es que cada quien cumpla con su deber y ejerza responsabl­emente sus derechos.

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ESPECIAL El mandatario en su habitual conferenci­a matutina.

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