Milenio Monterrey

¡Seguiré siendo soldado!

- JUAN IBARROLA C. jibarrolas@hotmail.com @elibarrola www.cadenadema­ndo.com

El jueves pasado se llevó a cabo en la explanada del Heroico Colegio Militar la ceremonia de condecorac­ión y retiro de los Generales de División Diplomados de Estado Mayor, Jens Pedro Lohmann Iturburu, Alejandro Saavedra Hernández, Felipe Gurrola Ramírez y Rogelio Armando Patiño Canchola.

Evocar una vida dedicada a la carrera de las armas —como lo hizo el general Saavedra, orador principal de la ceremonia— significar­ía, quizá, lo mismo para cualquier profesioni­sta que se jubila o pensiona; sin embargo, para los soldados va más allá, debido a que para ellos y como

reza la “plegaria del soldado”: “Soy soldado porque estando en el activo mi vida es de la nación, mi familia es el Ejército y mi hogar es el cuartel”.

Y sí, es muy difícil comprender que para los soldados primero está la nación, a la que le dedican los mejores años de su vida. La familia es la institució­n, y antes que la propia están las familias mexicanas cuando necesitan de su atención; los cuarteles se convierten en un hogar itinerante donde pocas veces se sabe con la necesaria antelación cuál será el próximo destino. De lo que sí tiene certeza el soldado es que la familia lo seguirá adonde el servicio lo requiera, no importando si los hijos deben dejar su escuela, sus amigos y su adaptación al último destino.

Pocas veces, fuera del ámbito castrense, se le reconoce debidament­e el sacrificio que entregan las esposas, los hijos, los padres y hermanos. Desde este espacio, nuestro reconocimi­ento y agradecimi­ento por tanto que la familia militar y naval le entregan al país.

Para los generales de división y los almirantes, la edad límite para permanecer en el grado es de 65 años. Los militares no se jubilan o pensionan, pasan a la honrosa situación de retiro, dejando siempre ejemplo y valores para quienes han seguido sus pasos en la carrera de las armas.

Lo anterior significa que, a pesar de ya no estar en el servicio “activo”, deben seguir ateniéndos­e a las leyes militares, así como a estar prestos a cualquier necesidad que el país requiera de ellos, ya sea por el llamado del Ejército o bien desde otra posición de valor para México, los mexicanos y sus institucio­nes.

Al final de su carrera, el soldado sabe bien que no se equivocó. La satisfacci­ón del deber cumplido, pocos pueden comprender­lo como lo comprende un soldado. No hay arrepentim­iento, en todo caso lo que sí habrá es la añoranza del mando, del espíritu de cuerpo, de la lealtad y disciplina.

Y aun cuando deje la tropa, seguiré siendo soldado, porque siempre que perciba el batir de los tambores o el toque de las cornetas o el trinar de los clarines con el rodar de las piezas y el trotar de los caballos, desearé salir tras ellos al lugar donde marchan.

Tres de Diana

Nuestro respeto para soldados y marinos que hoy se encuentran en la honrosa situación de retiro. Nuestro reconocimi­ento, en este caso especial, a los generales Lohmann, Saavedra, Gurrola y Patiño Canchola.

…y aun cuando deje la tropa, moriré siendo soldado, porque ya en mi testamento he dejado establecid­o que me lleven a la tumba con mi uniforme de campaña, y como regio sudario para el eterno descanso de mis humildes despojos, que utilicen los colores de la gloriosa bandera que siempre encausó mi vida.

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