El costo-beneficio de las medidas antiinflacionarias
El conflicto entre Ucrania y Rusia y el confinamiento de China con los nuevos brotes de covid han impuesto una ruta incierta a la recuperación mundial de la economía poscovid, reduciendo el comercio global, afectando las cadenas de suministro y causando una espiral inflacionaria proveniente del incremento en los precios de las materias primas.
En México las políticas incluyentes del gobierno federal, que aceptan que la inflación es el peor impuesto a los pobres, han contribuido a atenuar la inflación subsidiando el precio de las gasolinas y de la energía eléctrica, y estimulando la oferta de básicos subsidiando el precio de los fertilizantes para que produzcamos más alimentos. El esfuerzo en su conjunto suma ya 2 puntos porcentuales del PIB y se notan los resultados, donde nuestra tasa de inflación sería, según SHCP, superior en más de 2.5 puntos porcentuales de no haberse tomado estas medidas.
El costo del control de la inflación debería ser motivo de preocupación si los beneficios no lo superaran. Todos sabemos que la elasticidad-precio de los alimentos, la gasolina y la electricidad es cercana a cero, es decir, un aumento en sus precios difícilmente afecta su consumo. Pero esto es cierto para un determinado nivel de ingresos donde, principalmente en las empresas productoras de bienes y servicios, simplemente el alza se transmite al resto de la población, contribuyendo así a la espiral inflacionaria, y esto ha podido ser evitado con los subsidios a los energéticos.
Sin embargo, en niveles inferiores de ingresos simplemente las personas pertenecientes a ese estrato dejan de consumir los bienes que sufrieron el aumento en los precios, generando pobreza y exclusión. Y ese para mí es un costo que más que justifica el esfuerzo gubernamental antiinflacionario.
Por otro lado, la inflación ha contrarrestado los avances que se habían logrado en el ingreso real de los segmentos de menores ingresos por la vía de los aumentos en el salario mínimo, y este impacto negativo sería aún mayor si se hubiera dejado que la inflación se igualara a la de nuestros principales socios comerciales. Además, pudimos costear estas medidas sin incurrir en deuda, lo cual hubiera aumentado el costo de estas.
RETALES
1. SUCESIÓN. El Presidente confirmó ayer lo que le había adelantado: que María Elena Álvarez-Buylla no será la nueva titular de la SEP, se queda en el Conacyt. Claudia Sheinbaum dijo lo mismo sobre su secretaria de Educación, Rosaura Ruiz. Se mencionó a Bertha Luján, presidenta del CN de Morena, pero tampoco. Queda Raquel Sosa, directora de las Universidades para el Bienestar y otras dos aspirantes. A ver si hoy despeja;
2. DESLINDES. Tras el robo de un helicóptero en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, su dirección, a cargo del vicealmirante en retiro Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, se deslindó: dijo que no tenía responsabilidad alguna, que es de las guardias privadas de quienes, particulares, rentan los hangares. ¿Es decir, una zona estratégica, de alta seguridad y de seguridad nacional, como el AICM, tiene zonas ciegas que no están a su cargo? Es pregunta; y
3. INFLACIÓN. El martes pasado el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, anunció que el costo para su combate es de 574 mil millones de pesos. Ayer el Inegi informó que el salto en julio fue de .74 por ciento para llegar a un anualizado de 8.15 por ciento, la mayor desde diciembre de 2000. Esto llevará mañana al Banco de México a subir la tasa al menos tres cuartos de punto para llevarla a 8.5 por ciento, el nivel más alto desde 2008.
Nos vemos mañana, pero en privado
Esto ha podido ser evitado con los subsidios a los energéticos