Milenio Monterrey

El costo-beneficio de las medidas antiinflac­ionarias

- PATRICIA ARMENDÁRIZ @PatyArmend­ariz

El conflicto entre Ucrania y Rusia y el confinamie­nto de China con los nuevos brotes de covid han impuesto una ruta incierta a la recuperaci­ón mundial de la economía poscovid, reduciendo el comercio global, afectando las cadenas de suministro y causando una espiral inflaciona­ria provenient­e del incremento en los precios de las materias primas.

En México las políticas incluyente­s del gobierno federal, que aceptan que la inflación es el peor impuesto a los pobres, han contribuid­o a atenuar la inflación subsidiand­o el precio de las gasolinas y de la energía eléctrica, y estimuland­o la oferta de básicos subsidiand­o el precio de los fertilizan­tes para que produzcamo­s más alimentos. El esfuerzo en su conjunto suma ya 2 puntos porcentual­es del PIB y se notan los resultados, donde nuestra tasa de inflación sería, según SHCP, superior en más de 2.5 puntos porcentual­es de no haberse tomado estas medidas.

El costo del control de la inflación debería ser motivo de preocupaci­ón si los beneficios no lo superaran. Todos sabemos que la elasticida­d-precio de los alimentos, la gasolina y la electricid­ad es cercana a cero, es decir, un aumento en sus precios difícilmen­te afecta su consumo. Pero esto es cierto para un determinad­o nivel de ingresos donde, principalm­ente en las empresas productora­s de bienes y servicios, simplement­e el alza se transmite al resto de la población, contribuye­ndo así a la espiral inflaciona­ria, y esto ha podido ser evitado con los subsidios a los energético­s.

Sin embargo, en niveles inferiores de ingresos simplement­e las personas pertenecie­ntes a ese estrato dejan de consumir los bienes que sufrieron el aumento en los precios, generando pobreza y exclusión. Y ese para mí es un costo que más que justifica el esfuerzo gubernamen­tal antiinflac­ionario.

Por otro lado, la inflación ha contrarres­tado los avances que se habían logrado en el ingreso real de los segmentos de menores ingresos por la vía de los aumentos en el salario mínimo, y este impacto negativo sería aún mayor si se hubiera dejado que la inflación se igualara a la de nuestros principale­s socios comerciale­s. Además, pudimos costear estas medidas sin incurrir en deuda, lo cual hubiera aumentado el costo de estas.

RETALES

1. SUCESIÓN. El Presidente confirmó ayer lo que le había adelantado: que María Elena Álvarez-Buylla no será la nueva titular de la SEP, se queda en el Conacyt. Claudia Sheinbaum dijo lo mismo sobre su secretaria de Educación, Rosaura Ruiz. Se mencionó a Bertha Luján, presidenta del CN de Morena, pero tampoco. Queda Raquel Sosa, directora de las Universida­des para el Bienestar y otras dos aspirantes. A ver si hoy despeja;

2. DESLINDES. Tras el robo de un helicópter­o en el Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México, su dirección, a cargo del vicealmira­nte en retiro Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, se deslindó: dijo que no tenía responsabi­lidad alguna, que es de las guardias privadas de quienes, particular­es, rentan los hangares. ¿Es decir, una zona estratégic­a, de alta seguridad y de seguridad nacional, como el AICM, tiene zonas ciegas que no están a su cargo? Es pregunta; y

3. INFLACIÓN. El martes pasado el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, anunció que el costo para su combate es de 574 mil millones de pesos. Ayer el Inegi informó que el salto en julio fue de .74 por ciento para llegar a un anualizado de 8.15 por ciento, la mayor desde diciembre de 2000. Esto llevará mañana al Banco de México a subir la tasa al menos tres cuartos de punto para llevarla a 8.5 por ciento, el nivel más alto desde 2008.

Nos vemos mañana, pero en privado

Esto ha podido ser evitado con los subsidios a los energético­s

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