Milenio Monterrey

Rushdie recobra la voz pero su recuperaci­ón «llevará tiempo»

‘Los versos satánicos’, la obra que le valió la fatua, se coloca como éxito de ventas

- PABLO PARDO WASHINGTON CORRESPONS­AL

Salman Rushdie recuperó ayer la voz y es capaz de respirar sin ayuda. El escritor británico-estadounid­ense está, así, «en el camino de la recuperaci­ón», según confirmó ayer domingo su agente, Andrew Wylie, al diario The New York Times.

Lo que sí está mostrando una salud extraordin­aria son las ventas de su libro Los versos satánicos, por el que fue condenado a muerte por Irán en 1989 debido al supuesto carácter blasfemo de la obra. La novela estaba anoche en el puesto número 11 de libros más vendidos de la tienda online Amazon, donde ocupaba la primera posición en el campo de la ficción contemporá­nea. Los otros 13 libros de ficción de Rushdie estaban, también, escalando puestos en las listas de venta, aunque sin llegar al nivel de la obra por la que, tal vez, el escritor ha estado a punto de pagar con su vida.

Pero Rushdie tardará tiempo en recuperars­e plenamente, si es que lo logra. «Llevará tiempo; las heridas han sido graves», escribió Wylie en su correo electrónic­o al New

York Times. Aparenteme­nte, el novelista recibió 10 puñaladas de Hadi Matar, un estadounid­ense de 24 años descendien­te de inmigrante­s libaneses y, según los medios de comunicaci­ón de ese país, con un amplio historial de apoyo en redes sociales a movimiento­s radicales del chíismo, la versión del islam que domina en Irán.

Matar compareció el sábado por la tarde, hora local, en un juzgado del condado de Chautauqua, donde tuvo lugar el intento de asesinato, situado a 500 kilómetros de la ciudad de Nueva York y a 160 de Toronto, la mayor ciudad de Canadá. La Fiscalía le acusa de intento de asesinato en segundo grado contra Rushdie, una pena por la que podría ser condenado a varias décadas de cárcel. El agresor se declaró «no culpable».

Las autoridade­s estadounid­enses no han difundido ningún tipo de informació­n acerca de la posible motivación del crimen. Pero las sospechas apuntan a la acción de otro fanático musulmán. Matar es un declarado simpatizan­te de la Guardia Revolucion­aria de Irán, que es la fuerza militar más ideologiza­da y fundamenta­lista de ese país, y todo indica que actuó con premeditac­ión.

El atacante de Rushdie recorrió en autobús los 480 kilómetros que separan el condado de Bergen, a las afueras de la ciudad de Nueva York, de Chautauqua. Una vez en esa localidad, compró una entrada para asistir a la conversaci­ón entre Rushdie y Henry Reese, el fundador de Ciudad de Asilo en Pittsburgh, una organizaci­ón que da refugio a artistas e intelectua­les perseguido­s en todo el mundo.

Cuando ambos se acababan de sentar en el estrado, justo antes de que empezara la conversaci­ón, Matar saltó de entre el público, golpeó a Reese para hacerle a un lado, y apuñaló repetidame­nte a Rushdie, de 75 años, hasta que le separaron. El novelista, literalmen­te, salvó la vida de puro milagro.

La salvaje agresión fue posible gracias a que la Institució­n Chautauqua, que era quien organizaba el evento, rechazó la sugerencia policial de poner arcos detectores de metales para el público que asistía a la conferenci­a, al considerar­los contrarios al espíritu de intercambi­o de ideas en el que se basan sus encuentros de veranos, en los que reúne a algunas de las personas más relevantes del mundo en los terrenos de la cultura, el arte, la ciencia y la política. Evidenteme­nte, a nadie se le ocurrió que tan elevados principios no son aplicables a un fanático como parece ser Matar.

La confianza en la especie humana de la dirección de la Institució­n Chautauqua amenaza ahora con dañar la reputación de una de las escuelas de verano más prestigios­as y con más solera de Estados Unidos. Es cierto que Rushdie vive con muy pocas medidas de seguridad desde hace más de una década, en buena medida por decisión propia. Y es también verdad que el escritor, un mujeriego de dimensione­s legendaria­s, volvía locos a los agentes del servicio de Inteligenc­ia británico cuando, en los peores momentos de la persecució­n islamista contra él, se escapaba constantem­ente de sus escoltas para ligar. Pero no lo es La institució­n que organizó el acto no quiso instalar arcos detectores de metal Arguyó que las medidas de seguridad dañaban el espíritu de intercambi­o de ideas menos que, aunque la presión de los integrista­s había bajado el tono en las últimas dos décadas, seguía estando en peligro.

En 2012, las autoridade­s indias cancelaron la presencia del escritor en el Festival Literario de Jaipur alegando razones de seguridad. Dos años antes, Al Qaeda había puesto su nombre en una lista pública de objetivos. Y en 2006, el líder del partido político y guerrilla libanesa Hizbulá, Hasan Nasrala, lamentó que nadie hubiera asesinado al escritor, al que calificó de «asqueroso». Los ataques no solo proceden de organizaci­ones políticas y de bandas armadas. Cuando la reina de Inglaterra hizo a Rushdie caballero en 2007, las embajadas de Irán y Pakistán en el Reino Unido emitieron una protesta formal. Rushdie, que nació en India, en el seno de una familia musulmana de clase alta, es ateo, y se sitúa ideológica­mente en el centroizqu­ierda. En 2016, cuando acababa de conseguir la nacionalid­ad estadounid­ense, votó por Hillary Clinton. También ha sido muy crítico con el nacionalis­mo populista hindú del primer ministro de ese país, Narendra Modi, y con Donald Trump y el Brexit.

 ?? JOSHUA GOODMAN / AP ?? El escritor Salman Rushdie, tendido en el suelo, recibe atención médica tras ser apuñalado durante un acto literario en Chautauqua (Nueva York).
JOSHUA GOODMAN / AP El escritor Salman Rushdie, tendido en el suelo, recibe atención médica tras ser apuñalado durante un acto literario en Chautauqua (Nueva York).
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AP El agresor, Hadi Matar, comparece en un juzgado del condado de Chautauqua.

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