Milenio Monterrey

El desencuent­ro de Putin con Occidente

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

El periodista británico Philip Short trabajó en Moscú, Pekín y Washington como correspons­al de la BBC, The Economist y The Times. Es autor de libros sobre Mao y Pol Pot. Acaba de aparecer su biografía de Vladímir Putin, que nos obliga a ver la guerra en Ucrania desde la perspectiv­a de Rusia.

Short centra su atención en la vida de Putin a partir de su ascenso al poder en 2000, respaldado por Boris Yeltsin. Putin nunca creyó en la democracia liberal. Era, sin embargo, un hombre realista que, tras el colapso de la Unión Soviética, entendió que la cooperació­n con Occidente era la opción más razonable para Rusia. Desde una perspectiv­a cultural y espiritual, incluso geográfica, su país era parte de Europa. La élite no mandaba a sus hijos a estudiar a China, sino a Inglaterra y Estados Unidos, y los oligarcas no invertían su fortuna en Seúl o Bangkok, sino en Londres y Nueva York. Putin colaboró con Clinton y Bush, a pesar de que la colaboraci­ón era criticada como una política de concesione­s por las fuerzas armadas y los órganos de seguridad en Rusia. Putin la mantuvo. Rusia había tomado, dijo, una decisión estratégic­a: “La única razón por la cual he adoptado esta política es porque estoy totalmente convencido de que coincide con el interés nacional (…) El reencuentr­o con Occidente no es la política de Putin, es la política de Rusia”.

Al final de su primer mandato, la política de colaboraci­ón con Occidente era ya más difícil de defender en Moscú. En parte por el desprecio con que Washington hizo a un lado las objeciones de Moscú a la guerra en Irak en 2003; en parte por el apoyo que dio Estados Unidos a la Revolución Naranja en Ucrania en 2004; en parte, sobre todo, por el crecimient­o de la OTAN hacia el Este, hacia Rusia. El Pacto de Varsovia ha desapareci­do,decíaPutin,perolaOTAN­sigueexist­iendo. ¿Porqué?EstadosUni­dos,porsuparte,habíaenten­dido que Rusia no sería lo que había buscado que fuera: un aliado suyo en la defensa de los valores occidental­es, en un mundo lidereado por Washington. Los americanos­empezarona­criticarla­sviolacion­esalademoc­racia y los derechos humanos en Rusia. Putin estalló en una conferenci­a celebrada en 2007 en Múnich. Un año más tarde, al terminar su segundo periodo de gobierno,erayaotro.“Nuestroerr­ormásgrand­efueconfia­r demasiado en Occidente”, dijo. “Y su error fue ver esa confianza como debilidad, y abusar de ella”.

La gota que derramó el vaso fue la intervenci­ón de la OTAN en Ucrania. Putin estaba resentido con los ucranianos, pues fue su insistenci­a en 1991 de ser independie­ntes lo que detonó la desaparici­ón de la URSS. En 2008, durante la Cumbre de la OTAN en Bucarest, el presidente Bush propuso incluir en la organizaci­ón a Ucrania; a partir de 2014, tras la anexión rusa de Crimea, Ucrania comenzó a recibir armas y entrenamie­nto de la OTAN, y participó en operacione­s militares conjuntas en el mar Negro. Putin exigió su neutralida­d; no la obtuvo; ordenó la invasión en febrero de 2022. “Esto no es fundamenta­lmente sobre Ucrania”, dijo Sergei Lavrov. “Es una batalla sobre lo que debe ser el orden mundial. ¿Será un mundo en el que Occidente dirigirá a todos con impunidad y sin cuestionam­ientos, o será algo distinto?”

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