Milenio Monterrey

No es a quién conoces sino cuándo

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Dime con quien te juntaste y te diré qué tan rico eres. Esta variante del dicho popular es lo que Raj Chetty, de la Universida­d de Harvard y otros investigad­ores concluyero­n en un estudio recién publicado.

Resulta que, según el estudio, uno de los mayores determinan­tes del éxito económico futuro de las personas, más que la calidad de la educación disponible, el acceso al empleo y el nivel de riqueza de los padres, son las amistades que frecuentam­os de niños. Tener interaccio­nes de pequeños con amigos ricos mejora el potencial económico de los niños pobres; dicho de otra forma, detona su movilidad social.

Es fácil apreciar cómo tener amigos ricos en edad adulta puede ser útil para avanzar nuestros intereses monetarios. Nos pueden ayudar a conseguir un trabajo mediante sus contactos o prestar dinero, por ejemplo. Pero lo interesant­e de los resultados de la investigac­ión es que muestra que el mayor impulso lo dan los amigos ricos de la niñez.

Esta conclusión no parece muy intuitiva. ¿Cómo las conexiones que hace un niño de bajos recursos con los de altos recursos pueden generar un beneficio económico tan importante a largo plazo? La respuesta corta es la influencia positiva que pueden llegar a tener estas relaciones. En la niñez se forman las aspiracion­es y se adquiere la seguridad para perseguirl­as. Si un niño de es casos recursos no tiene conocidos que han ido ala universida­d, es muy probable que no sea uno de sus objetivos de vida. En contraste, si se mueve en un círculo en el que los papás de sus amigos son exitosos profe sionistas, puede que lo considere. Nuestro futuro mejora de la mano de nuestras aspiracion­es.

Podemos apreciar cómo pesa la influencia de amigos de jóvenes en otros ámbitos determinan­tes para nuestro futuro, como la salud. Si de niños nos juntábamos con amigos que fumaban o que no cuidaban su peso, es más probable que nosotros adquiriéra­mos esos malos hábitos. También están las malas influencia­s. Si nuestros amigos de juventud eran delincuent­es es posible que les sigamos los pasos. El efecto contrario ocurre si nos relacionam­os con buenas influencia­s. El capital social que adquirimos de chicos (tales como conexiones, hábitos y aspiracion­es) nos puede servir mucho para mejorar nuestra situación socioeconó­mica de grandes.

Uno de los grandes problemas de nuestro país es la falta de movilidad social ascendente en la población de menores recursos. Estudios del CEEY, institució­n con la que colaboro, muestran que menos de uno de cada cuatro mexicanos que nacen en un hogar muy pobre logra escapar de la pobreza de grande. Alcanzar la cima económica es casi imposible.

Aunque el estudio se llevó a cabo en EU, es razonable pensar que algunas de sus conclusion­es se aplican a México. Para escapar de la pobreza, las amistades de la niñez parecen ser determinan­tes.Toca explorarla forma de aprovechar esta conclusión para impulsarla movilidad social ascendente que tanto necesita nuestro país.

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