¿Tú también, She-Hulk?

Confieso que Hulk nunca había sido de mis héroes consentidos por la violencia desatada y temas similares. Con los años he ido comprendiendo el dilema moral de Bruce Banner, quien en su estado natural puede ser un encanto, pero sabe bien que todos corren peligro cuando pierde el control, y su color original. Después de muchos momentos de profunda frustración con burocracia, corrupción y tantos otros elementos frustrantes de la vida, he comenzado a desear mis propios días, o al menos momentos, de furia desatada. Pero por lo visto ese no es un beneficio que se nos concede a las mujeres.

She-Hulk me encanta. Es abogada, es una tipaza. La quiero de amiga. Obvio no le robaría el sándwich en la oficina, pero algo me queda claro, no solo por lo que he visto de la serie, sino por lo que la escritora le dijo en entrevista a mi compañera Ivett Salgado: “Las mujeres tenemos menos permiso de la sociedad para perder el control”.

Mostrar nuestras emociones solo causa condescendencia, burla, intimidación (esta la agregamos nosotras), y todo empeora cuando viene aquel comentario de alguien que dice: “Cálmate, princesa”, o peor aun: “Estas en tus días, ¿verdad?”.

Ser la versión femenina de algo tan conocido, por más que ya existiera en los cómics, cuenta con la carga extra de tener que mantener tranquilo al patriarcado y sus concepciones de lo que nosotras podemos o no podemos hacer.

Y sí, esa va para Freud y sus secuaces, quienes le han regalado el término “histeria” a cualquiera que no tiene matriz para ganar cualquier discusión. No más. Veremos cómo se va desarrollando esta She-Hulk, esperando que no nos acabemos poniendo más verdes que ella si no la dejan realmente romper todo como al buen Bruce.