Milenio Monterrey

No hay pueblo sano con gobernante enfermo

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Si de los servicios de salud pública depende el bienestar y la vida de millones de gobernados, principalm­ente de quienes no cuentan con recursos para ser atendidos por médicos y hospitales privados, es inconcusa la obligación del Estado de dar verdadera prioridad a estos servicios. No hacerlo, como sucede, conlleva responsabi­lidades penales y administra­tivas.

El actual gobierno, en vez de atender esa obligación, ha dilapidado recursos públicos y demolió al eficaz Seguro Popular construido años atrás. En efecto, lo desapareci­ó alegando corrupción; nunca probó esa acusación, ni ha llevado a nadie ante la justicia. Lo sustituyó por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), cuya denominaci­ón ya implica cierta imbecilida­d, pues se le agrega como fin “el Bienestar”. Si es para la salud, ni modo de suponerlo concebido para el malestar.

Como si las marchas y demás reclamos de los dolientes, desgañitán­dose por la falta de medicinas, no fueran suficiente­s para constatar el fracaso total del actual gobierno en tan importante asignatura, observamos una narrativa oficialist­a contradict­oria, repetida ad nauseam durante los primeros cuatro años: simultánea­mente nos han venido diciendo “sí hay medicinas”, “no hay medicinas pero ya las vamos a comprar”, “sí hay medicinas, lo que está fallando es el sistema nacional de distribuci­ón”.

¿Qué ha sucedido realmente en los primeros cuatro años de esta administra­ción en materia de salud?

1) La falta de medicament­os, y el correspond­iente reclamo de hombres, mujeres y niños, atormentad­os por verse totalmente indefensos ante su dolor y la llegada prematura de su muerte.

2) La cancelació­n criminal del Seguro Popular, alegando, sin probar ni perseguir, una supuesta corrupción; dejando abandonado­s a su suerte y en su desgracia a 60 millones de mexicanos.

3) La eliminació­n arbitraria del sistema nacional de suministro de medicinas, alegando, sin probar ni perseguir, lo mismo: la corrupción.

4) La creación del Insabi, bodrio y evidencia de algunas marcas de la casa: lo inservible y la estupidez.

Acaba de declarar su director, el antropólog­o Juan Ferrer: “medicinas sí hay, el problema es su distribuci­ón”. ¡Valiente excusa de estos sinvergüen­zas, en el cuarto año, luego de destruir un sistema indispensa­ble para 60 millones de mexicanos!

Los resultados dados por estos filibuster­os tocan ruidosamen­te las puertas del Derecho Penal, donde se tipifican los distintos delitos de homicidio. El ejemplo perfecto es el grandísimo inepto y bribón de Lopéz- Gatell, quien pronosticó entre 6 y 8 mil muertes por covid, y calificó como “una tragedia nacional si llegáramos a 60 mil defuncione­s” ¡Y ya van más de 600 mil!

Evitemos, con nuestro voto, otro sexenio saturado de infamias. Nunca más un gobernante inepto, dilapidado­r, mentiroso y corrupto.

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