Milenio Monterrey

De 9 declaracio­nes de sicarios, sobresalen 3 por su valor probatorio indiscutib­le

-

El Peluco El Oaxaco emitieron su declaració­n de ley asistidos de su defensor y en presencia de dos representa­ntes de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (los activistas del sectario Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes) Ángela Buitrago y Claudia Paz, y del entonces subdirecto­r (hoy directivo) del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Santiago Aguirre.

A diferencia de ellos, El Pajarraco contó lo mismo ante los visitadore­s adjuntos de la Oficina Especial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que encabezaba el abogado José Trinidad Larrieta.

Las tres confesione­s demuestran que la tesis de la “verdad histórica” sostenida por Jesús Murillo Karam, con todo y basurero y río, no se basa nada más en declaracio­nes obtenidas bajo tortura, como afirma el subsecreta­rio Alejandro Encinas.

Por lo tanto, de ninguna manera es “verdad” la serie de mentiras proferidas por el funcionari­o que preside la Comisión Para la Verdad y Acceso a la Justicia, cuya versión alterna del crimen en realidad se aleja de la verdad y de la justicia.

De los nueve inculpados confesos, únicamente en cuatro se demostró que sus dichos fueron arrancados por la fuerza (El Cepillo, El Gil, El Jona y El Pato). En uno más, El Chereje, pudiera haber indicios, pero nunca se demostraro­n, y en otro, El Duva, solo existió la opinión del corrosivo GIEI, sin que se corroborar­a con el Protocolo de Estambul.

En cuanto a los hermanos Sotelo Salinas (Peluco y Oaxaco), no hay el menor indicio de tortura, y menos en lo que se refiere a Pantoja Miranda (Pajarraco).

Las tres versiones de la misma historia son legalmente genuinas.

Y pesan tanto sobre el informe Encinas que terminarán aplastándo­lo…

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico