Maximato y caos
El entorno de sucesión adelantada nos ha transformado a la opinocracia en un ejercicio de psicoanálisis presidencial. La suerte de escogidos providenciales se revisa bajo el futurismo que abandona al tiempo como legitimador. El 2024 se adelantó tanto que podemos prescindir de él. Habrá quien lo vea como desgracia, pero toda sociedad política necesita de aventurarse en el calendario.
Buena parte de las lecturas hacia el 2024 parten de un orden donde la designación permite seguridades: continuidad o rompimientos. Si acaso, más por cálculo que por convencimiento, otros esperan el resurgimiento de una oposición particularmente desestructurada.
Desde 2018 me he resistido a la idea de permanencia directa en la Presidencia por parte del Ejecutivo. Simplemente no veo ahí más que la estridencia evidente hacia el punto máximo de deterioro democrático. Mi preocupación, creo, era más pesimista y caía en las intenciones del gobierno actual para institucionalizar un sistema que le permitiera asegurar la longevidad de un proyecto identitario.
Comotodarealidadeselástica,hoyencuentro repetirse la inclinación a pensar en un maximato como trasfondo de las intenciones que tanto psicoanalizamos.
Ya que no causa escándalo asumir el siguiente proceso electoral como uno de Estado —por debilidad opositora o aproximación a las encuestas—, doy por buena la paleta de ungidos para plantear unas preguntas contra esta nueva inclinación.
¿Después del primer año de gobierno qué Presidencia tiene incentivos para depender de un poder atrás de sí? ¿Por cuánto tiempo? ¿En verdad alguien cree que otra Presidencia tendrá a la mano el aparato de propaganda tan eficiente de las conferencias matutinas y sus variados ecos? Una pregunta similar se asoma en la relación de Palacio con los medios. ¿Quien resulte designado podrá contener el fervor de los generales? Estos, hoy sujetos a la figura producto de un resultado electoral difícilmente repetible. Me atrevo a afirmar que no. A menos de aceptar su participación política abierta, que es aún más nociva.
Frente a las peores suposiciones es prudente recordar que el caos siempre puede rebasarlas. No veo maximato. Hay algo más complicado: una tendencia al caos.
Una pregunta similar se asoma en la relación de Palacio con los medios