Reconstruir el Servicio Exterior Mexicano
Y así, mientras resplandece el farol de la calle, prevalece la penumbra en la torre de la SRE
Viste poncho con casco de minero, maneja miniauto eléctrico, come churros con chocolate, asiste al frustrado lanzamiento del cohete a la Luna, promete a jóvenes construir el futuro en Florida, premia a cantantes de bolero, es aclamado por los diputados verdes, pero ocupado como está en su agitada campaña, se le olvidó informar al Presidente sobre la visita de Blinken a México.
ElPresidenteseenteródelviajedelsecretariodeEstado por una periodista, la corresponsal en Washington, Dolia Estévez. El 25 de agosto dijo: “me preguntaron de que viene el señor Blinken, ayer, y dije que no, porque no sabía”.
Y así, mientras resplandece el farol de la calle, prevalece la penumbra en la torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde abundan amigos incondicionales del canciller, que sueñan con mudarse en 2024 al Palacio Nacional, y donde escasean diplomáticos, marginados y decepcionados, que guardan silencio.
Excepto, la joven diplomática Alexia Bautista, quien después de cinco años de haber ingresado al Servicio Exterior Mexicano (SEM), decidió renunciar y ayer, como artículo de despedida, escribió en El Economista, “Repensar el oficio diplomático”.
Se trata de un testimonio valiente, inteligente y sereno, cuyovalorseacrecientaantelacrisismoralenelSEM,dondesobrevivenfuncionariossometidosporelautoritarismo, carentes de solidaridad gremial y sin columna vertebral. A continuación, reproducimos extractos del texto de Alexia Bautista, maestra en Relaciones Internacionales por la Universidad Johns Hopkins:
“En abril de 2017, participé en una ceremonia de reconocimiento al Servicio Exterior Mexicano (SEM) como representante de la que en ese momento era la generación más reciente de diplomáticos mexicanos. Entonces, y en nombre de quienes fueron mis compañeros en las aulas del Instituto Matías Romero —la academia diplomática del país—, pronuncié un discurso en el que defendí lo que era un deseo entusiasta y sincero de incorporarnos a las filas de la Cancillería y de representar al país. Hoy, cinco años después, y tras dos adscripciones como miembro del Servicio Exterior, una en México y otra en el exterior, decidí dejar este camino profesional convencida de que me equivoqué.
“Me equivoqué porque la manera en la que entendemos la diplomacia en este país ha perdido vigencia. En su definición más tradicional, la diplomacia se refiere al manejo de las relaciones entre Estados. En el caso de México, hay quienes sostienen que la diplomacia constituye la primera línea de defensa de la soberanía y el instrumento más efectivo para promover los intereses nacionales. Creo que ambas premisas están superadas. No sólo eso, sino que la conducción de la política exterior desde hace ya algunos años ha sido vacilante y errante porque no ha sabido adaptarse con rapidez ni imaginación suficientes a los cambios impuestos por el siglo XXI… Finalmente, me equivoqué porque el Servicio Exterior —al menos el que yo conocí— dista mucho de ser un cuerpo de funcionarios de Estado —sí, ese que es el más antiguo servicio civil de carrera de la República— con un sentido de solidaridad entre sus miembros y con capacidad de acción colectiva”.
El texto íntegro se puede leer en https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Repensar-el-oficio-diplomatico-20220830-0147.html
Ardua tarea será reconstruir el Servicio Exterior Mexicano,despuésdelaerráticagestióndeMarceloEbrard.