Milenio Monterrey

Colombia busca restaurar los puentes con Venezuela

Mientras las naciones occidental­es se plantean qué hacer con Nicolás Maduro, el izquierdis­ta Gustavo Petro puso en acción un enfoque diferente con la llegada de los embajadore­s en Bogotá y Caracas

- JOE PARKIN DANIELS

El Puente Internacio­nal Tienditas, tres cruces paralelos que unen a Colombia y Venezuela a través del río Táchira, pretendía ser un himno al comercio entre las naciones sudamerica­nas vecinas.

Pero antes de que cruzar aun solo camión, las relaciones se deteriorar­ony se congelaron los planes para su inauguraci­ón en 2016. Tres años después, los lazos diplomátic­os se rompieron cuando Colombia se unió a una coalición liderada por Estados Unidos para obligar al presidente socialista revolucion­ario Nicolás Maduro a abandonar el poder mediante sanciones económicas y presión política.

Esa estrategia fracasó mientras Maduro se afianzaba en el poder, con el apoyo de Rusia, China e Irán, que lo ayudaron a superar el colapso económico y la salida de 6 millones de refugiados, partieron a Colombia más de 2 millones de ellos.

Ahora, mientras las naciones occidental­es se plantean qué hacer con Venezuela, el recién elegido presidente de izquierda de Colombia, GustavoP et ro, intenta un enfoque diferente. Los lazos diplomátic­o s formales entre las dos naciones andinas se restableci­eron esta semana con la llegada de los nuevos embajadore­s en Bogotá y Caracas.

Un sonriente Maduro, con un sombrero vueltiao que le regaló el nuevo embajador de Colombia, Armando Benedetti, bromeó con los asistentes al palacio presidenci­al de Miraflores en Caracas. Pero mostró un tono cauteloso sobre la norma liza ción de las relaciones, diciendo que había que hacerlo bien y“deforma ordena da” o fracasaría.

“Se trata de dos países que históricam­ente han tenido vínculos muy estrechos, por lo que hay cuestiones económicas, humanitari­as y de seguridad que ahora se pueden abordar como parte de este realineami­ento geopolític­o”, dijo Theodore Kahn, analista principal en Bogotá de la consultora Control Risks.

“Pero hay una gran interrogan­te sobre cuánto puede o hará Maduro para crear una situación de seguridad en el lado venezolano de la frontera que sea favorable a las negociacio­nes que quiere Petro”, añadió Kahn.

Los empresario­s de ambos lados del puente Ti en ditas estánim pacientes por sur e apertura, consciente­s de que el comercio bilateral alcanzó un máximo de 7 mil millones de dólares en 2008. El evento se producirá“en el corto plazo ”, dijo Germán Umaña, nuevo ministro de Comercio de Colombia, en un reciente simposio en Cúcuta al que asistieron empresario­s y funcionari­os colombiano­s.

Colombia y Venezuela, que fueron por poco tiempo parte del mismo país tras su independen­cia de España, comparten estrechos vínculos culturales, históricos y comerciale­s. Pero las dos naciones se separaron bruscament­e después de 1999, cuando Hugo Chávez lanzó su revolución socialista bolivarian­a en Caracas. Tres años después, Bogotá eligió a un presidente conservado­r que declaró una guerra total a las guerrillas marxistas con el apoyo de EU.

Cuando Maduro asumió el poder tras la muerte de Chávez en 2013, continuó con las políticas económicas dirigidas por el Estado como su mentor, al tiempo que tomaba medidas enérgicas contra la disidencia y acosaba a la oposición política. El colapso económico subsiguien­te, agravado por las sanciones de EU a la vital industria petrolera, fue una de las peores depresione­s provocadas por el hombre que se hayan registrado en tiempos de paz en cualquier parte del mundo.

En 2015, en respuesta al tiroteo de tres soldados venezolano­s en los 2.219 kilómetros de frontera, a menudoanár­quica,Maduroorde­nó la deportació­n de más de 22 mil colombiano­s. Cuatro años más tarde, Cúcuta fue el escenario de

un intento fallido, respaldado por Colombia y EU, de instalar como presidente al líder de la oposición venezolana Juan Guaidó.

Pero a pesar de las disputas entre los gobiernos, el comercio informal continuó, a menudo en las pistas clandestin­as que permean la porosa frontera. La gasolina, el oro y los enseres domésticos circulan con libertad entre los dos países, a menudo con la aprobación tácita de los funcionari­os.

La cocaína y su ingredient­e base, la coca, también se trafican en la frontera, donde operan grupos armadosvio­lentos, incluida s algunas guerrillas colombiana­s.

Pero el comercio oficial, frena do por las sanciones y por la hiperinfla­ción venezolana y la escasez generaliza­da, se ha debilitado. El año pasado, Colombia exportó solo 331 mdd en bienes a Venezuela.

Los grupos empresaria­les afirman que el comercio puede suponer mil 200 millones de dólares al año una vez que se vuelva a abrir la frontera, aunque otras estimacion­es dicen que una cifra inicial de 600 mdd es más realista; sin embargo, para alcanzar estos números,es vital que el comercio pase de los contraband­istas a la economía legal, afirman los empresario­s.

“Si podemos tener un marco institucio­nal más fuerte, podríamos tener una relación económica más formal, estable, profunda y equilibrad­a”, dijo Carlos Fernández, presidente de la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio, a Financial Times en el evento de Cúcuta.

Los avances pueden ser lentos. Petro ha rechazado las peticiones de los miembros de la administra­ción de Maduro de línea más dura para extraditar a los líderes de la oposición venezolana exiliados en Colombia. Mientras los dos gobiernos planchan los detalles de su renovada relación, los cruces fronterizo­s no oficiales continúan.

En el lado colombiano del puente internacio­nal Simón Bolívar, un caótico paso peatonal a 10 kilómetros al sur de Tienditas, los venezolano­s cruzan la frontera bajo el abrasador sol del mediodía. Muchos lo hacen para comprar productos que no están disponible­s en su país. Algunos planean no regresar y unirse al éxodo hacia Colombia.

“Las cosas no mejorarán mientras Maduro esté en el poder”, dijo Mayra, que prefirió no dar su apellido. “Ya no hay producción en Venezuela, por eso tenemos que buscar trabajo en otra parte”.

Mientras que los venezolano­s como Mayra esperan sentados para que mejore la suerte de su país, los negocios del lado colombiano del puente anticipan un auge de clientes. “Solía estar tan concurrido para nosotros… teníamos clientes todo el día”, dijo Brandon Echeverry, quien trabaja en una panadería a unas cuantas cuadras de la frontera.

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MATIAS DELACROIX/AP El Puente Internacio­nal Tienditas une a los países a través del río Táchira.

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