La UE limita el acceso de los rusos a su territorio
Bruselas suspende el acuerdo de visados suscrito con Moscú
Los europeos dieron ayer un paso más en su respuesta a la invasión rusa: suspendieron por completo el acuerdo de visados con Rusia –firmado en 2007– limitando el acceso de los nacionales de este país al bloque comunitario. Los 27 ministros de Asuntos Exteriores alcanzaron un acuerdo político en su Consejo informal en Praga.
«Desde mitad de julio hemos visto un aumento sustancial de entradas desde Rusia a los países vecinos de la UE. Y esto se ha convertido en una cuestión de seguridad. Además, muchos rusos están viajando por ocio y compras como si no existiera la guerra en Ucrania. No puede ser business as
usual», dijo Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, tras el encuentro.
La cancelación del acuerdo, que estaba parcialmente congelado, supondrá una reducción drástica de permisos para los rusos. Acceder a suelo europeo será más largo, más caro y más complicado burocráticamente.
«No tiene nada que ver con un castigo colectivo. Se trata de enviar un mensaje claro a los ciudadanos rusos: mientras los ucranianos están muriendo, ellos no son bienvenidos en la UE». Así de tajante mostró el ministro de Asuntos Exteriores letón, Edgars Rinkevics.
Las capitales europeas aterrizaron a la primera cita tras el parón estival muy divididas. El escuadrón del Este amenazaba a sus socios comunitarios con tomar medidas unilaterales. Quieren un cierre total de fronteras a los nacionales rusos. En el otro lado, París y Berlín lideran la oposición a una medida que consideran contraproducente. Pero si hay algo que obsesiona a la UE desde el
inicio de la guerra es mantener la unidad.
El veto entraña dilemas. Desde el punto de vista legal hay colectivos como periodistas, activistas o personas amparadas por el derecho a la protección internacional o a la reunificación familiar. Desde la óptica moral pone contra las cuerdas a una UE que criticaba tal acción del ex presidente estadounidense Donald Trump a los iraníes.
El propio Borrell se ha mostrado escéptico respecto una medida que supondría un castigo colectivo. Y desde la lupa estratega, los críticos alegan que generará rusofobia en Europa y eurofobia en Rusia lastrando las oportunidades a futuras generaciones.
Hasta siete Estados miembros ya limitan de alguna forma el acceso de los ciudadanos rusos. Finlandia, República Checa y Estonia abrieron el camino. Ayer entró en vigor la medida promulgada por el Gobierno de la finlandesa Sanna Marin que reduce al 10% el número de visados al turismo ruso.
Los países que comparten frontera con Rusia alegan cuestiones morales. «Rusia quiere colonizar Ucrania. Mira lo que está pasando en Ucrania y al mismo tiempo los turistas rusos van a los hoteles, a estar en un spa y disfrutar nuestra espléndida Europa», aseguró Jan Lipavsky, responsable de Exteriores de República Checa, el país que mantiene la Presidencia rotatoria del Consejo. También arguyen motivos de seguridad. Desde el inicio de la guerra, han entrado por carretera unos 700.000 rusos al bloque comunitario. El este y los nórdicos quieren un cierre total que Ucrania lleva pidiendo a Occidente desde hace semanas.