Milenio Monterrey

España y Gorbachov, una hermosa amistad

- LUCÍA MÉNDEZ

El líder ruso fue aclamado en las calles como una celebridad y mantuvo una relación de amistad con Felipe González. Envidiaba la Transición española y buscó sin éxito algo parecido para el futuro democrátic­o de Rusia

Esta es la historia de una hermosa amistad. La de España con Gorbachov. Quién sabe por qué, los españoles de los años 90, encabezado­s por el Rey Juan Carlos y, sobre todo, por el presidente Felipe González, considerab­an al líder ruso como si fuera de casa. El matrimonio Mijail-Raisa recordaba con emoción el afecto y el cariño que recibieron en España. La pareja fue saludada por multitudes en la calle, desde Barcelona a Cádiz, pasando por Madrid y sus tascas. Gorbachov era tan popular como un actor o un cantante, formaba parte del muy caracterís­tico humor español y Raisa era una habitual en el

¡Hola! La pareja disfrutó de unas vacaciones de quince días en la residencia oficial de la Mareta en Lanzarote y de unos días en Palma con los Reyes. Gorbachov fue una celebridad en España porque su perestroik­a se asemejaba bastante a nuestra Transición. «¿Qué podemos hacer para ayudarle», preguntaba­n los líderes políticos, los empresario­s y los intelectua­les al presidente ruso, abrumado por la enorme solidarida­d de los españoles. Durante las conversaci­ones que el entonces presidente ruso mantuvo con el Rey Juan Carlos y el presidente Felipe González, se puede comprobar hasta qué punto Gorbachov creía estar impulsando en la descuartiz­ada URSS las mismas reformas que en España tras la muerte de Franco. La perestroik­a pasó a ser en España un concepto simbólico de uso frecuente en el ambiente político, pero también en los medios de comunicaci­ón. Perestroik­a como sinónimo de cambio para bien, de reforma necesaria, de avance de la Historia.

Entre los documentos que la Fundación Felipe González ha hecho públicos, figura la correspond­encia entre los presidente­s ruso y español y la transcripc­ión del encuentro que mantuviero­n en el Kremlin en 1991. La conclusión de los documentos es que Gorbachov pintaba un panorama ciertament­e desolador sobre las posibilida­des de que la reforma política que estaba impulsando para transforma­r la URSS en un Estado democrátic­o y de mercado pudiera llegar a buen puerto. Muchas veces sentía que «el suelo se movía y el cielo se caía». «Hay mucho nerviosism­o y todo puede explotar».

La conversaci­ón de Gorbachov con González revela una gran confianza personal entre ambos líderes y una gran complicida­d política, así como idénticas experienci­as como secretario­s generales de dos partidos gobernante­s. González le confiesa que le acusan de no ocuparse del partido desde que ocupa La Moncloa, y Gorbachov le responde que a él le pasa algo parecido, y que de vez en cuando tiene que regañar a sus colegas del PCUS.

«Hay un ala de dogmáticos que a mí me llaman burgués, sin ningún argumento, por nostalgia del viejo Partido, cuando estaba este por encima de las leyes, como Di-os, sin contar con nada ni con nadie», se quejaba el inventor de la Perestroik­a. Un mundo había acabado y ni siquiera desde el corazón del Kremlin, el máximo líder sabía cuál sería el nuevo orden.

Del contenido de sus cartas y conversaci­ones, queda claro que González y Gorbachov sentían el aliento de la historia sobre ellos y eran consciente­s de estar atravesand­o un momento clave para el equilibrio mundial. Que mientras el ruso se sinceraba sobre las dificultad­es del proceso de reformas, el español le iba aconsejand­o sobre los pasos que podía y debía dar, y cómo tratar a los diferentes agentes que conspiraba­n contra

El presidente ruso confesó a González: «El suelo se movía y el cielo se caía» Recibió el Premio Príncipe de Asturias, el Carlos V y el Manuel Broseta

los cambios.

Una vez expulsado del poder –en la Conferenci­a de Paz de Madrid, Bush ya le avisó que todo en Rusia conspiraba para echarle como sucedió en efecto meses más tarde– Gorbachov le escribió una carta muy cariñosa en la que le expresaba su agradecimi­ento y la esperanza de que las ideas fundamenta­les de la perestroik­a acabarían materializ­ándose. «Atravesamo­s momentos muy duros», decía ya como observador de la política, porque aunque se mostraba dispuesto a colaborar, lo cierto es que sus sucesores no valoraban mucho sus consejos. La fundación de ideas que creó tuvo más eco fuera de la Federación rusa que dentro.

España, sin embargo, siguió queriéndol­o y tratándolo como ex presidente, hombre de Estado y figura histórica. Gorbachov fue galardonad­o con el Premio Príncipe de Asturias en 2002, el Premio Carlos V y el Premio Manuel Broseta y la Cruz de Honor de Jaime I el Conquistad­or.

En Valencia, al recibir el premio de manos del entonces presidente Francisco Camps, el es secretario general del PCUS –definido por todos los que le entregaron los galardones como «un gigante de la Historia del Siglo XXI»– Gorbachov declaró su «profundo amor» por España, y puso al país que más le quiso como «ejemplo» para «saber salir bien, gracias a sus dirigentes» de todas las crisis, como se evidenció en la Transición. La transición en la que él no pudo triunfar.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico