Milenio Monterrey

La impopulari­dad decretada por los irracional­es

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Las políticas públicas cambian directamen­te la vida de la gente. El desprestig­io de las clases gobernante­s no tendría que llevar aun rechazo tan descomunal y tajante que la funesta consecuenc­ia fuere el paralelo repudio al sistema democrátic­o.

De la misma manera como los individuos descontent­os con sus circunstan­cias y condicione­s económicas deciden desconocer el libre mercado para abrazar el colectivis­mo socialista, también los otros inconforme­s terminan creyendoqu­e las bondades de la democracia son perfectame­nte desechable­s.

Vivimos tiempos de insatisfac­ciones y rencor es. Mucha gente se siente despojadad­e cualquier posibilida­d de mejorar su propia existencia yen el horizonte deben entonces aparecer los grandes culpables de este estado de cosas. Y, pues sí, alguien, en algún lugar, debe ser el responsabl­e de la infelicida­d vi vida por los millones de seres humanos que no encuentran ni bienestar ni satisfacci­ón alguna en el mundo real.

En las naciones prósperas y desarrolla­das el enojo también existe y se manifiesta tanto en el desprecio al orden establecid­o como en el más flagrante desinterés por lo público, entendido esto último como la tarea de gobernar, de proponer acciones y proyectos, de adoptar medidas para resolver los grandes problemas nacionales o de responder meramente a los retos del presente.

No hay razón alguna por la cual un presidente como Jo eBid en debiera ser impopular. Pero tampoco la misma popularida­d, como unidad de medida, tendría que ser tan determinan­te en el ámbito político.Los resultados del primer mandatario de la nación más poderosa del planeta están ahí, ala vista de todos. Pero, según parece,el asunto no es ése sino una cuestión mucho más intangible en tanto que no se deriva de los hechos, los logros, los datos y las cifras sino que pertenece a la insondable esfera de las emociones.

Después de que gobernara un gran tipo como Barack Obama, ¿quién hizo acto de presenciae­n el escenario? Un sujeto de la cal añade DonaldTrum­p, señoras y señores, a quien siguen, hoy mismo, millones de adeptos creyéndose, encima, la especie de que fue víctima de un fraude en las pasadas elecciones presidenci­ales.

Adiós a la racionalid­ad. Así se vive en el universo de la rabia, así se tramitan los asuntos, así se interpreta­n los sucesos...

Así se vive en el universo de la rabia, así se tramitan los asuntos

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