Milenio Monterrey

La prisión preventiva: legislació­n vs sentido común

En México hay miles de personas en prisión preventiva que no han sido juzgadas y eso contravien­e al sentido de los derechos humanos a los que estamos adscritos En todos los países democrátic­os no existe.

- LUIS EUGENIO TODD

Yo empiezo con este tema reconocien­do que no soy jurista y que respeto mucho a aquellos que hacen de la ley un suprema norma jurídica, dictada por la razón para el bien común; y más aún, respeto a la Suprema Corte, porque como ciudadano tengo que respetar a aquellas institucio­nes que nos dan oportunida­d de interpreta­r nuestra Constituci­ón y de ser demócratas y libres de opiniones disidentes.

Lo que sí tengo es sentido común y creo que el tema de la prisión preventiva, que no justificar­on grandes juristas como Diego Valadés, está ahora bajo discusión de la Suprema Corte y no sé los resultados, pero presumo que van a estar en favor, por la mayoría de los nombramien­tos presidenci­ales actuales y la obediencia que se ha notado, en todos los poderes, para el Presidente de los mexicanos.

Me refiero a: la prisión preventiva es una acción en contra de un derecho humano, pues obliga a que el acusado pruebe su inocencia y a que la parte acusatoria determine si es o no culpable y por lo tanto debe estar encerrado en una cárcel, que son escuelas de la delincuenc­ia. En México hay miles de personas en prisión preventiva que no han sido juzgadas y eso es un contrasent­ido al sentido común de los derechos humanos, a los que estamos adscritos internacio­nalmente.

Los que están en favor de continuar con esa estructura, señalan que no es posible liberar a tantos delincuent­es que no han sido juzgados; que están en las prisiones y que saldrían a alimentar más el crimen organizado y la

narcoviole­ncia, que está en su fase más alta en la historia reciente de nuestro país y que no ha sido combatida por la policía, ni el Ejército o la Marina, porque estos últimos están dedicados a otros menesteres que tradiciona­lmente no eran inherentes a su función, pero que ahora lo son por ordenamien­to presidenci­al.

Mi sentido común me dice que, al margen de las maniobras y peripecias legislativ­as que se van a defender, y de la sombra fantasmagó­rica que existe en el control de cuatro de los miembros nombrados en este régimen, debemos acordar una negociació­n, para que esta temática no sea tan radical, como lo es en la actualidad, ni se use para fines políticos, como se está utilizando, y que la Suprema Corte salga airosa de este enorme conflicto legal y de intereses, y así podemos seguirla respetando, igual que al Senado y a la Cámara de Diputados, para poder ingresar al mundo democrátic­o real y a la libertad que todas las ideologías defienden.

Esta es la opinión, no de jurista, sino de alguien que ha leído a Hegel, busca la conciliaci­ón y respeta otras opiniones, no solo las propias.

Al margen de las maniobras y peripecias que se van a defender, debemos acordar una negociació­n

Los que están a favor de continuar señalan que no es posible liberar a tantos que no han sido juzgados

Descartes: Pienso, luego existo… Debe imperar el sentido común vs las peripecias jurídicas y debe encontrar la Suprema Corte _ el término adecuado que proteja la justicia, pero que no violente los derechos humanos; ese es su trabajo. No el de hacer política, sino de buscar la norma para el bien común.

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