Las elásticas rendijas de la política
Las rendijas de la ley suelen ser tan estrechas o tan amplias como las exija la situación y los personajes involucrados. Un ejemplo queda de manifiesto en el caso Florence Cassez, que hoy puede revivirse desde algunos ángulos con la serie de Netflix basada en la novela de Jorge Volpi, tema en el que debieron pasar años y hasta un encontronazo diplomático entre México y Francia para que la Suprema Corte hallara esa oquedad, la falta al debido proceso, para desenredar una parte del escándalo, es decir, la liberación de la chica.
En política esas grietas simplemente son elásticas y mucho. Se abren y cierran al gusto de los protagonistas si eso les da un voto, un cargo, un intercambio de favores. Desde el poder la experiencia se amplifica. El Presidente puede acudir a una señal pública, digamos un gesto ante una situación dada; insinuar una instrucción, dibujar en el aire una orden; dar una palmada en la espalda o manotear y esgrimir la salida típica: “eso es politiquería”. ¿Pues qué carajos será entonces lo que hace él a diario?
Cuando la elasticidad tiene su máximo, siempre quedará aquello que Maquiavelo comenzó a delinear, pero que otros pensadores italianos y franceses definieron más adelante y Sergio Pistone presenta así en su colaboración para el Diccionario de política coordinado por Bobbio, Matteucci
y Pasquino (Siglo XXI Editores, tomo II, 1983): “La razón de estado es la exigencia de tal importancia que los regidores (…) se ven constreñidos, para garantizarla, a violar las normas jurídicas, morales, políticas y económicas que consideran, a su vez, imperativas cuando tales exigencias no están en peligro”.
Por ahora basta con lanzar algunas amenazas por aquí, otras por allá, otras desde el púlpito mañanero, para que las aguas lleven el cauce requerido, llámense prisión preventiva oficiosa (advertencias y alegatos contra jueces y magistrados), Guardia Nacional con control militar (presión a legisladores) o búsqueda de socios sometiéndolos con la difusión de materiales que los arrinconan (Alejandro Moreno, líder del PRI, abandonando la alianza opositora para salvarse de más balconeo, persecución judicial y hasta yendo a rendir cuentas al secretario de la Defensa).
Elasticidad pura.
Por ahora basta con lanzar algunas amenazas por aquí, otras por allá