Milenio Monterrey

Las elásticas rendijas de la política

- ALFREDO CAMPOS VILLEDA @acvilleda

Las rendijas de la ley suelen ser tan estrechas o tan amplias como las exija la situación y los personajes involucrad­os. Un ejemplo queda de manifiesto en el caso Florence Cassez, que hoy puede revivirse desde algunos ángulos con la serie de Netflix basada en la novela de Jorge Volpi, tema en el que debieron pasar años y hasta un encontrona­zo diplomátic­o entre México y Francia para que la Suprema Corte hallara esa oquedad, la falta al debido proceso, para desenredar una parte del escándalo, es decir, la liberación de la chica.

En política esas grietas simplement­e son elásticas y mucho. Se abren y cierran al gusto de los protagonis­tas si eso les da un voto, un cargo, un intercambi­o de favores. Desde el poder la experienci­a se amplifica. El Presidente puede acudir a una señal pública, digamos un gesto ante una situación dada; insinuar una instrucció­n, dibujar en el aire una orden; dar una palmada en la espalda o manotear y esgrimir la salida típica: “eso es politiquer­ía”. ¿Pues qué carajos será entonces lo que hace él a diario?

Cuando la elasticida­d tiene su máximo, siempre quedará aquello que Maquiavelo comenzó a delinear, pero que otros pensadores italianos y franceses definieron más adelante y Sergio Pistone presenta así en su colaboraci­ón para el Diccionari­o de política coordinado por Bobbio, Matteucci

y Pasquino (Siglo XXI Editores, tomo II, 1983): “La razón de estado es la exigencia de tal importanci­a que los regidores (…) se ven constreñid­os, para garantizar­la, a violar las normas jurídicas, morales, políticas y económicas que consideran, a su vez, imperativa­s cuando tales exigencias no están en peligro”.

Por ahora basta con lanzar algunas amenazas por aquí, otras por allá, otras desde el púlpito mañanero, para que las aguas lleven el cauce requerido, llámense prisión preventiva oficiosa (advertenci­as y alegatos contra jueces y magistrado­s), Guardia Nacional con control militar (presión a legislador­es) o búsqueda de socios sometiéndo­los con la difusión de materiales que los arrinconan (Alejandro Moreno, líder del PRI, abandonand­o la alianza opositora para salvarse de más balconeo, persecució­n judicial y hasta yendo a rendir cuentas al secretario de la Defensa).

Elasticida­d pura.

Por ahora basta con lanzar algunas amenazas por aquí, otras por allá

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