Milenio Monterrey

La reserva Federal y Banco de México

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En los próximos días, tanto la Reserva Federal como el Banco de México tendrán sus reuniones de política monetaria, y en ese momento podrán decidir la magnitud del aumento en las tasas de interés de referencia en cada país. En Estados Unidos la tasa actual está en 2.25, y las probabilid­ades indican que los mercados esperan un alza de 75 puntos base, con lo cual la tasa subirá hasta 3%.

Por supuesto, esto no es ciento por ciento seguro, ya que la probabilid­ad de un alza tan grande es de 84%, pero antes de la reunión para tomar la decisión —en septiembre 23—, la Fed seguro tendrá en cuenta el dato de la inflación de agosto, que aún se desconoce. Todo nos lleva a pensar que será bueno, es decir, menor que el que se alcanzó en julio y que fue de 8.5%; sin embargo, lo que no sabemos es si la baja será suficiente para que la Fed modifique su actitud. Si el dato es muy bueno, entonces a lo mejor en lugar de subir 75 puntos solo la eleve medio punto, o sea 50 puntos base; así las cosas, sigue abierta una ventana para que la especulaci­ón continúe persistien­do.

En el caso de México, el panorama es un poco distinto, y la diferencia es que nosotros ya conocimos el dato de la inflación de agosto, que fue bastante malo, ya que se elevó de 8.15 en julio a 8.60% en agosto. La reunión de política monetaria en México será hasta el 29 de septiembre, lo cual le dará oportunida­d a Banxico de tener mucha informació­n, porque para esa fecha ya se habrá dado a conocer la inflación de agosto en EU y se sabrá si la Fed elevó 50 o 75 puntos la tasa de interés de referencia.

Con base en la inflación tan elevada de agosto, casi todos los analistas piensan que el Banco de México subirá 75 puntos, aunque algunos difieren y opinan que, si la Fed solo sube 50 puntos, Banxico deberá subir lo mismo, ya veremos; la mayoría se inclina por el incremento de tres cuartos de punto, para pasar del 8.5% actual a 9.25%.

La gran pregunta es, cuándo empezará a ceder la inflación, lo cual será distinto en EU y en México; todo indica que nuestros vecinos podrán bajar más rápido, toda vez que su inflación estructura­l es más baja que la nuestra. En México la inflación subyacente llegó en agosto a 8.05%, lo cual indica que tenemos un problema de inflación estructura­l importante.

En virtud de lo anterior, el gobierno debe contar con una estrategia de contención para evitar que las expectativ­as de inflación se hagan realidad; ya se ha propuesto en esta columna que esa estrategia debe ser un pacto entre los distintos jugadores en la economía para detener el aumento de los precios. Estos jugadores tienen que ser, en primer lugar, el gobierno y las grandes paraestata­les —responsabl­es de muchos precios de productos en la economía, como las gasolinas y el costo de la energía eléctrica—, la iniciativa privada, los productore­s tanto agrícolas como de alimentos y, por supuesto, los sindicatos. El problema de la inflación en México es bastante más serio de lo que reconocen las autoridade­s.

Agustín Díaz Lastra, Romeo Antonio Rojas Figueroa y José Sánchez Pérez para tomar el cargo, con el aval del presidente López Obrador.

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