Milenio Monterrey

La colisión en la coalición

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

No sé si sea un huracán o tormenta la causa de lo padecido hoy en la coalición Va por México, pero, si no está muerta, se halla en grave peligro de morir. La defección del presidente del PRI y sus seguidores se materializ­ó con una iniciativa de reforma constituci­onal presentada ante la Cámara de Diputados, sin previo acuerdo con el PAN y el PRD, implicando, en los hechos, decirle “adiós” a la referida coalición, y a Tartufo: “está usted servido, señor Presidente”.

Querer justificar­se alegando la necesidad de mantener hasta 2028 a los militares en tareas de seguridad pública, es sólo para desviar la atención sobre su reprochabl­e conducta. En efecto, no está a discusión en este momento si se prorroga o no ese regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles; el reclamo es por el envío de la iniciativa, sin el acuerdo previo con los partidos coaligados, como lo tienen pactado.

Sin embargo, los senadores priistas han anunciado su decisión de rechazar la mencionada iniciativa cuando llegue al Senado, por el hecho de haberse presentado, también, sin acuerdo previo con ellos, y por no venir a cuento presentarl­a así en este momento. Quedan casi dos años para elaborar una iniciativa en esa materia, bien fundada y motivada, de preferenci­a suscrita por el bloque opositor.

Ya veremos cuál será el final de este embrollo, y si se podrá convenir con el ala al parecer más fuerte y libre de ese partido, para enfrentar juntos (PAN, PRI y PRD) la ineptitud insolente, corrupta y perversa del presidente de unos mexicanos. Y le llamo “de unos mexicanos” por dos razones: la primera, porque él jamás se ha asumido como presidente de todos los mexicanos; y la segunda, porque docenas de millones no tenemos a ése como “nuestro presidente”. Reconocerl­o como tal sería simplement­e abyección.

Pero, ¿qué explica el problema en comento? Como siempre, la corrupción: Los gobernante­s corruptos persiguen a los opositores y sus familias haciéndose de expediente­s criminales, reales o trucados, para trocar servicios y lealtades por impunidad. Si los perseguido­s tienen cola, se las pisan; si no, pocas veces resisten la extorsión, y prefieren doblegarse y cooperar en busca del menor daño posible. La legalidad y la justicia son las grandes ausentes en estos casos, dominados por la arbitrarie­dad del encaramado en turno.

Sí, es urgente para los hombres y mujeres de buena voluntad poner todas nuestras capacidade­s para rescatar, juntos, la vigencia de los valores éticos y democrátic­os agredidos y transgredi­dos por el actual gobierno. Pero no todo está en lo inmediato electoral, la tarea es de mayor calado, implica un esfuerzo educativo y cultural para hacer de México un país con verdaderos ciudadanos, comprometi­dos con la legalidad, la justicia y la auténtica solidarida­d.

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