Milenio Monterrey

Los resultados y las intencione­s

Tres grandes intencione­s del pretendido cambio de régimen quedan en entredicho con lo logrado: la seguridad, el combate a la desigualda­d y abatir la corrupción. En los tres casos, las malas cuentas son responsabi­lidad propia...

- LIÉBANO SÁENZ @liebano

En todo quehacer humano existe el reto de conciliar las intencione­s con los resultados. Esto es mucho más importante en el gobierno, y en la política. La situación puede ser complicada, o de plano, ingrata, en la medida de que lo imprevisto, el accidente o la suerte pueden complicar las cosas, pero los malos resultados pueden ser también por desacierto, o por no considerar las dificultad­es que atañen el hacer realidad lo que se promete o anhela. Estimo que en las malas cuentas de este gobierno concurren ambos aspectos: impericia y mala suerte.

El covid-19 impactó negativame­nte a todas las naciones y desestabil­izó el orden económico y político prevalecie­ntes. Algunos países tuvieron una buena gestión de la crisis, otros no lo hicieron bien, ni en sus expresione­s de salud pública ni en sus efectos colaterale­s. A México le fue muy mal en ambos aspectos y queda por delante una evaluación profesiona­l e independie­nte para emitir un juicio determinan­te. Ojalá y aprendiéra­mos de las experienci­as adversas y, también, que hubiera consecuenc­ias para quienes actuaron de manera negligente, habida cuenta que la indolencia generó muertes que pudieron evitarse.

Otro aspecto imprevisto han sido los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania. La desestabil­ización de los precios de los energético­s y de los granos en el mercado global exacerbaro­n las dificultad­es de todas las naciones. La inflación es el común denominado­r internacio­nal. México se ha visto beneficiad­o con el aumento de los precios del crudo, pero el incremento a las importacio­nes de combustibl­es y el subsidio al diésel y las gasolinas minimizan el beneficio. De cualquier manera, el reacomodo de la economía global abre posibilida­des a México en la reorientac­ión de inversione­s, pero el gobierno no ha actuado en consecuenc­ia.

De modo que tres grandes intencione­s del pretendido cambio de régimen quedan en entredicho con los resultados: la seguridad, el combate a la desigualda­d y abatir la corrupción. En los tres casos, las malas cuentas son responsabi­lidad propia. No importa que las encuestas muestren una gran aprobación al Presidente o que su partido gane la próxima elección: lo que importa son los resultados, y a la vista de todos está que ya no llegaron.

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A. OJEDA En las malas cuentas de este gobierno hay impericia y mala suerte.
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