Milenio Monterrey

El ejército institucio­nal y el ejército político

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Le han dicho suficiente al secretario de la Defensa sobre el mal fondo y la pobre forma de sus discursos. Creo que son verdad las dos cosas. No acierta en el fondo ni acierta en la forma.

Respecto al fondo, porque politiza al ejército,envezdeman­tenerloins­titucional. En la forma, porque escribe mal, se confunde con los verbos, y adopta un estilo que habría que calificar de “inflamadoi­nstitucion­al”:solemne,peroenojad­o.

El hecho es que el general secretario abandona el discurso de tradiciona­l neutralida­d de la milicia, para meterse a la discusión pública como cualquier otro político.

La opinión pública reacciona en consecuenc­ia y empieza a buscarle las costuras, a reclamarle y a criticarlo como a cualquier otro político, con rigor y sin rigor, con seriedad y con ironías.

El ejército goza de buena imagen entre la gente pero apenas hay un conocedor neutral del ejército, un experto no militar de nuestra milicia, que rompa lanzas por su eficacia, su profesiona­lismo o por la calidad de los servicios que la corporació­n militar ha prestado en estos años a la República.

Basta ver la balacera impune que gobierna tantas regiones y algunas de las ciudades mayores de México.

No es la mejor idea para el ejército echarse a la plaza pública para ser juzgado como un actor político más. Pero es una buena oportunida­d democrátic­a para la sociedad y hay que tomarle la palabra al general secretario.

Sabemos lo que sucederá. En cuanto se suspenda el respeto ritual de que el ejército goza y empiece a medírsele como se mide a las demás fuerzas políticas, incluido el Presidente, el ejército correrá la misma suerte: será criticado y exigido sin respetos rituales.

Aparecerá entonces como lo que es: la corporació­n que ha cumplido sólo a medias con su tarea fundamenta­l de garantizar la seguridad de los ciudadanos; la corporació­n que empieza a portarse como ávido contratist­a del gobierno, a cuenta de un prestigio de disciplina y eficacia que es imposible evaluar, porque las cuentas de la corporació­n son inaccesibl­es y sus resultados, incomproba­bles.

Todo,bajolacoar­tadadequel­oquesucede­ahíesmater­iadeunamuy­discutible y maltrecha seguridad nacional.

EL PAÍS DE NUNCA JABAZ/LOS AGARRÓ EL TEMBLOR

El secretario de la Defensa escribe mal, se confunde con los verbos

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