Milenio Monterrey

El problema a evitar se llama Putin

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

La guerra de Ucrania no es algo que se hubiera “podido evitar”. No resulta de la falta de voluntad negociador­a de una de las partes sino, simplement­e, de la brutal agresión emprendida por un individuo desalmado y sanguinari­o.

La democracia no resuelve todos los problemas sociales ni asegura tampoco el automático bienestar de los ciudadanos. Pero, caramba, es el mejor antídoto para evitar que sujetos de la calaña de un Putin no se perpetúen en el poder y que no se salgan impunement­e con la suya cuando traspasan los límites de la decencia.

La simple rendición de cuentas a la que están obligados los hombres públicos cuando ejercen el poder en un sistema provisto de los contrapeso­s institucio­nales necesarios para evitar la concentrac­ión de atribucion­es en una sola persona lleva a que no se instaure, justamente, un régimen sujeto al funesto imperio de los caprichos, los impulsos, la soberbia y la crueldad.

En los tiempos de nuestra “dictadura perfecta”, el encargo del mandatario de turno tenía fecha de caducidad, por más que el desaforado presidenci­alismo de aquel modelo le confiriera extraordin­arias facultades. Es más, el sucesor directamen­te designadop­oreldedode­lsupremoel­ectortermi­nabaporira­losuyo, si no es que a traicionar de manera flagrante a su benefactor.

Pues miren, hay dictaduras todavía más maravillos­as en las que lo primero que pretenden los caudillos es su indefinida permanenci­a al mando y resulta entonces que todo —el encendido discurso soberanist­a, la consagraci­ón del igualitari­smo, la sacralizac­ión del “pueblo”, la condena hacia los explotador­es capitalist­as, la resistenci­a al imperialis­mo, etcétera, etcétera— todo, repito, tiene que reducirse a la cuestión de que sigan férreament­e apoltronad­os en la silla presidenci­al. Ah…

Pero hay otro asunto: la perpetuaci­ón del déspota en la cima del poder se logra no sólo disminuyen­do paralelame­nte los derechos de los votantes (es más, ya no votan o lo hacen en elecciones simuladas cuyos resultados van a favorecer siempre al autócrata) sino sometiéndo­los por medio del terror y la persecució­n.

Un tipo que encarcela y tortura es también un sujeto que manda a sus huestes a matar civiles cuando invade otra nación. Putin, o sea. ¿Evitable, la tiranía de parecido canalla? Pues…

La democracia no asegura tampoco el automático bienestar de los ciudadanos

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