No es la primera vez que AMLO se deshace en elogios para Julian Assange
es decir, para López resulta perfectamente razonable elogiar al azote de los neoliberales conservadores que valientemente airea los calzones sucios de los poderosos, al tiempo que desde ese mismo poder fustiga a aquellos que osan ventilar sus propias trusitas morenas. Para López Obrador, los periodistas —como los jueces, las ONGs, los artistas, intelectuales y todos, todos los demás— que buscan su favor son por lo mismo heroicos, valientes y encomiables, aunque hace rato hayan dejado de hacer periodismo, mientras que los críticos que no agradecen el chayote del bienestar que a tantos beneficia en esta administración son tildados de mentirosos y de carroñeros.
Una semana después de lo mentado, y a 3 o 4 días de que el mismo presidente pidiera así transparentar la podrida investigación alrededor de la desaparición de los de Ayotzinapa: “Si no damos a conocer todo y empezamos a tachar, lo que hacemos es crear incertidumbre y dar motivo para la especulación, las conjeturas, para la mala fe de los adversarios nuestros. ¡Qué tenemos nosotros que estar ocultando los nombres si no queremos que haya impunidad!”, la filtración sin censura de un informe de la Comisión de la Verdad, como esas que hacían salivar a Wikileaks y que ponían a temblar a las autoridades aludidas, reveló puntos álgidos de la desaparición de los normalistas, incluyendo reportes y testimonios que describen una operación para desenterrar los cuerpos de las fosas donde yacían descuartizados alrededor de Iguala para llevarlos, entre otros sitios, al 27 Batallón de Infantería, a desaparecerlos con el fin de proteger a los funcionarios involucrados, reafirmando la complicidad de las autoridades municipales, estatales y del ejército con los capos del narco en la zona. El resultado fue que el subsecretario de Gobernación encargado del tema, Alejandro Encinas, le pidió a la FGR que abriera una carpeta de investigación para identificar al autor de la filtración —la misma FGR que antier canceló 21 órdenes de aprehensión alusivas al caso, 16 de las cuales eran contra militares— y que las hordas de bots comandadas desde comunicación social de presidencia y desde Notimex se volcaron a crucificar a Peniley Ramírez, la autora de la nota.
Si yo fuera Assange y viera cómo tratan a la prensa libre en México ni de chiste aceptaba placearme con el presidente que más sataniza al oficio en el país más letal para ejercerlo. Pero supongo que hay de Quijotes a Quijotes.