¿A quién le importa la democracia?
El INE hizo un trabajo extraordinario al dar a conocer el pasado 25 de enero un análisis detallado de las implicaciones de las reformas en materia electoral empaquetadas bajo el nombre de Plan B. Especialmente reconocible es la generación de una apretada síntesis en la que, además de explicar cómo ocurren actualmente las distintas etapas del proceso electoral, señala cómo quedarían al aplicarse estos cambios legislativos. Particularmente agradecible es que incluya un segmento enelqueseproponeexplicarcómoafecta concretamente a la ciudadanía esta modificación.
Sin embargo, creo que el esfuerzo todavía está lejos de hablar con la claridad que se requiere para que una materia tan áridaseacomprendida a cabalidad por el gran público. Y es que, me parece, el problema es más amplio que los detalles tan puntuales que se abordan. La verdadera problemática radica en la falta de apego democrático.Esdecir,depocosirvedecirlealaciudadanía, por ejemplo, que si se da rienda suelta a las manifestaciones electorales de quienes tienen cargos públicos, no pasará mucho tiempo antes de que utilicen esaposicióndepoderparasupropiapromoción y con ello cancelar las posibilidades de renovación en el aparato estatal. O bienqueunedificiopúblicofacilitadopor el gobierno puede no generar la confianza que se requiere para empadronarse. La narrativa no funciona, porque al final, cada uno de los puntos de impacto en la ciudadanía se resumen de la siguiente manera: atentan contra la democracia. Entonces, lo primero que se requiere para sacudir conciencias sería que a la ciudadanía le importe la democracia y no es el caso. La más reciente medición del Latinobarómetro situaba el porcentaje de la ciudadanía que consideraba a la democracia como preferible a cualquier otra forma de gobierno,en42%.Mientrasque22%considera que hay circunstancias que hacen preferible un régimen autoritario y 25% hizo propia la aseveración de que “a la gente como uno nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”. Setrataasídeprotegerdelamayoríaparlamentaria la preferencia democrática minoritaria, para que luego no sea una herida mayoritaria.
La problemática radica en la falta de apego democrático