Cómplices de la crueldad del mundo
Crítica Adán fallo por arraigo
El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, calificó de despropósito la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) sobre el caso Tzompaxtle Tecpile, en el que ordena al Estado mexicano modificar la figura de arraigo.
En conferencia de prensa durante su gira por Tlaxcala, aseguró que el gobierno federal no está de acuerdo en que organismos internacionales quieran estar por encima de la Constitución.
“Es un despropósito de la Corte Interamericana ponerse por encima de la Constitución. No puede haber ningún poder por encima del Estado mexicano, que es, entre otras cosas, pues el garante de que en este país haya estabilidad social, política y económica”, aseveró el secretario.
Señaló que ese debate ya se dio hace algunos meses en la SupremaCorte,quedeclaróconstitucionalmente válida la figura y solo se modificó en delitos concernientes a defraudación fiscal, por lo que se quedó vigente con respecto de otras faltas graves.
Agregó que la Constitución “es uno de los orgullos y puntos de encuentro como mexicanos, y las leyes que de ella emanan van a ser respetadas por todos los mexicanos, o quienes se encuentran en el territorio nacional. Y tiene que haber respeto también para nuestra ley suprema de parte de los tribunales internacionales”.
El legislador acudió al puerto de Mazatlán, Sinaloa.
López Obrador dio el banderazo a la nueva planta de BMW en SLP. El secretario de Gobernación durante su visita a Tlaxcala.
Reclamó la “celeridad” de la Corte Interamericana al emitir la sentencia sobre hechos que se dieron en 2006 por una denuncia de tres personas a quienes, aseguró, se está cumpliendo la reparación del daño.
“Entre otras cosas, la resolución contiene que haya una especie de reparación del daño, que es así, el gobierno federal, el Estado mexicano, a lo largo de estos años había venido cumpliendo, entonces seguramente se complementarán en cuanto a la cantidad. En algún caso, creo que 10 mil dólares, en otros 403 mil pesos, todas esas acciones se van a cumplimentar.
“No estamos de acuerdo y no aceptamos que haya un suprapoder por encima del estado de derecho que está regido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, puntualizó.
La sentencia tiene que ver con la detención ilegal y arbitraria, así como la aplicación de la figura del arraigo, de Jorge Marcial TzompaxtleTecpile,GerardoTzompaxtle Tecpile y Gustavo Robles por parte de agentes policiales en una carretera entre Veracruz y Ciudad de México en 2006.
Daniel Santiago
La gran cuestión de profesar vehementemente una ideología es que esa misma doctrina, muchas veces, es la primerísima causa de atrocidades y violencias. El adepto, en ese sentido, debería tener grandes problemas de conciencia y muy perturbadoras vacilaciones.
Pero no: el seguidor fanatizado no conoce los tormentos de la duda. Su fe en los dogmas es absoluta y el mero hecho de titubear, si es que llegara en algún momento a sobrellevar parecido trance, lo viviría como una traición personal a sus sacrosantos principios, por no hablar del sometimiento a la férrea vigilancia de sus correligionarios y de las severas condenas que merecería la apostasía.
La indiferencia de los fanáticos ante el horror es un fenómeno muy inquietante y es uno de los factores más determinantes en el acaecimiento de la crueldad en el mundo.
Antes de transformarse en sujetos temibles que se perpetúan en el poder a través de la amenaza física, los déspotas fueron simplemente personajes populares, atractivos para las masas y debidamente carismáticos. Fueron así entronizados por sus seguidores y en esos primeros tiempos las cosas parecían marchar más o menos bien, así fuere que los observadores más críticos y juiciosos advirtieran ya los nubarrones que se acumulaban en el horizonte.
Hasta ahí, el partidario podía todavía cuadrar las cifras y conciliar los hechos. Pero después cambia todo y el universo feliz que se había construido a punta de promesas y encendidos discursos no aparece por ningún lado. Lo que hay es miedo —el temor del empleado público a perder el trabajo si no exhibe con entusiasmo su adhesión al régimen, la aprensión del periodista amenazado, el pánico de opositor perseguido, el terror del disidente encarcelado, etcétera, etcétera— y en ese siniestro entorno acampa el silencio como el más supremo de los mandatos. La única voz que se puede escuchar es la del discurso oficial. Los dirigentes, tan abusivos como impunes, pueden entonces perpetrar las más infames canalladas.
El sectario de ocasión transita de ese estado anterior a la condición de un arrepentido silenciado. Pero el acólito extremista, justamente el sujeto evocado al comenzar estas líneas, no parece nada dispuesto a esa transformación. Sigue propalando contra viento y marea las bondades de su evangelio. Se beneficia, desde luego, de su pertenencia a la jerarquía reinante. Pero hay otros cuya militancia es un tanto menos explicable en tanto que sería por simple afición, por decirlo de alguna manera. Pienso en todas esas personas, auténticos comisarios políticos, que intervienen en las redes sociales para defender lo indefendible. Naturalmente, no son vasallos de la dictadura cubana ni tuvieron que huir de Rusia para no ser enviados al matadero. Son, simplemente, colaboradores voluntarios de la barbarie.
Quienes en las redes sociales defienden lo indefendible son colaboradores de la barbarie...